El lobo feroz

5 de Septiembre del 2013 - José Luis Peira (Piloña)

¡Qué viene el lobo feroz! La verdad es que de algún modo me alegra vivir en un territorio en el que esto es asunto de debate. En casi ninguna otra parte de España es posible, ya que el lobo está extinguido en casi todo el territorio. De manera que sería un buen punto de vista evaluar si a sus economías les va peor o mejor que a las de aquí, de manera que se podría determinar si el cánido afecta o no a las mismas.

Parece que las ideas y creencias están muy encontradas. Yo particularmente creo que eliminar a cualquier bicho no está bien, si bien es posible que algunos requieran cierto control. Pero en este caso concreto, para aquilatar la cuestión, me he fijado en quienes quieren liquidar al animal y ello me ha situado en un bando y alejado del otro. Voy a exponer unos ejemplos:

En esta misma sección hace unos días un señor describía los inacabables peligros a que estaban sometidas sus ovejas en su periplo vital, más parecía que relataba los de las cebras del Serengeti, estremecedor. Ignoraba que criar un cordero precisara de tal alarde de recursos. En fin.

Otra, un representante de los ganaderos asturianos o picoeuropeos, que ya no sé, en una televisión, advierte, antes de sentarse a una negociación, que hay algunos puntos innegociables; uno de ellos "el lobo" así lo describió.

Y última, relacionada; creo que en páginas de este mismo diario leo que los pescadores fluviales se quejan con amargura de los depredadores; la nutria, la garza y otro que no recuerdo ahora. Apunto que yo ignoro si alguna de estas especies es una inoculación exótica en nuestro ecosistema, un evento genético incontrolable que merezca ser ultimado para que los aficionados puedan llevar dieciséis truchas al cinto.

A lo que voy, parece ser que algunos lo que quieren es que les quiten de en medio los estorbos, sin más, y encastillados en su verdad se niegan a razonar. Hay bichos malos que lo que necesitan es candela, o posta del doce. Sólo por esa actitud me resisto a profundizar más en el tema, me irrita, lo reconozco, de manera que mi falta de información absoluta también tiene un componente visceral. Como la suya.

Aclaro que no soy tan mojigato como para no entender que algunos animales y en determinados casos son un problema, y acaso merezca atención administrativa alguna circunstancia particular. Pero me pregunto si alguien se ha detenido a reflexionar, si se han fijado en cómo solucionan el problema otros estados con depredadores tan temibles como osos, leones y otros grandes carnívoros que además son parte del interés turístico y, por consiguiente, fuente asimismo de ingresos. El ciudadano español medio es de gatillo fácil en cuanto a los animales se refiere, nos tiembla poco el ánimo en relación a maltrato o exterminio de animal, bicho o alimaña que se tercie. Con respecto a esto también parecen existir dos bandos.

Acabo de escuchar un anuncio en la radio de carne vacuna irlandesa en ciertos comercios españoles, creo que el problema de los ganaderos asturianos no es el canis lupus, ni mucho menos. Cómo explicar si no que un producto de tan alta calidad como el que ellos producen no levante cabeza, no sea la joya de la corona de nuestra economía, no esté ni de lejos en los primeros lugares de demanda mundial. Nada de quejarse a las administraciones, llevan subvencionados el suficiente tiempo como para haber despegado y escalado posiciones, tuvieron más ventajas que otros competidores internacionales. Su palmario deficit en cooperación, gestión y comercialización de tal excelente producto no es culpa de ningún mamífero sin apellidos. A otro perro con ese hueso. O a otro lobo, no se.

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