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A propósito de las reliquias de la Cámara Santa

9 de Septiembre del 2013 - Enrique López Fernández

Andan estos días un tanto revueltas las aguas del mundillo ovetense por mor de las reliquias de la Cámara Santa. Primeramente, el Ayuntamiento de Oviedo, que propone la creación de un museo de las reliquias; luego otros que, según parece, sugieren más que afirman que una de las reliquias tradicionalmente conocida como Sábana Santa podría ser la parte de la túnica o vestido del Señor que los soldados romanos sortearon entre sí en el Calvario, después de la crucifixión, presente como tal en la lista de reliquias del Alfonso VI del año 1075 de la apertura del Arca de la Cámara Santa, y otros, por último, que, tomando pie de todo esto, no dudan en plantear casi un rotundo mentís a toda la historia de las reliquias, tal como se conoce por las fuentes históricas, viendo en éstas una piadosa «inventio», al servicio de intereses político-religiosos. Es este último, sobre todo, por razón de ciertas extrañas afirmaciones, el que nos ha movido a terciar en el tema. Pero, metidos en gastos, nos ocuparemos también de los demás.

1. La reliquia mal identificada

Atendiendo a las fuentes, nos parece totalmente injustificada la hipótesis, tal vez más que afirmación, de que la llamada tradicionalmente Sábana Santa sea parte de la túnica del Señor, reliquia esta que figura en la lista de reliquias de Alfonso VI (1075), junto con el Sudario: de vestimento Domini forte partito et de sudario eius. La corrección de forte por sorte es evidente, y no altera para nada la sustancia del caso. Éstas son las dos únicas reliquias de paños relacionados con el Señor dentro de la tradición alfonsina, que se repiten en la inscripción sobre la tapa del Arca. Otra cosa es la tradición pelagiana, que nos habla de cuatro paños distintos: la Sábana Santa, la túnica inconsútil, los paños del pesebre y el Sudario (Liber Testamentorum: traslado del Arca y Manuscrito 99 de Valenciennes). Nótese que a partir de este momento, y según esta tradición, Sábana Santa y túnica coexisten. En otros documentos posteriores, en los que falta el Sudario, se mantienen estas mismas reliquias, con los paños del pesebre: «de la camisa e de los pannos en que iogó enbuelto en el pesebre (...) e del panno en que lo enboluieron quando lo metieron en el sepulcro» (Fundación de la cofradía de la Cámara Santa, a. 1344). Lo mismo en los Privilegios de la cofradía de la Cámara Santa (1465) y en la buleta impresa de 1493: De sindone et tunica domini. De pannis in quibus dominus iacuit inuolutus in presepio: «de la Síndone y túnica del Señor. De los paños en que el Señor yació envuelto en el pesebre». Cuando, a partir de cerca de mediados del siglo XVI, se redescubra el Sudario, se incorporará éste a las reliquias de los tres paños tradicionales, recuperándose el número de cuatro de la tradición pelagiana en sus orígenes. Pero siempre, desde don Pelayo, Sábana Santa y túnica o «vestido echado a suertes» marcharán junto, sin que haya el menor indicio de que este último, presente en la tradición alfonsina, hubiera sido suplantado por aquella (la Sábana) en la tradición pelagiana.

Subtítulo: Aclaraciones a "ciertas extraña afirmaciones"

Destacado: Parece totalmente injustificada la hipótesis, tal vez más que afirmación, de que la llamada tradicionalmente Sábana Santa sea parte de la túnica del Señor, reliquia esta que figura en la lista de reliquias de Alfonso VI (1075), junto con el Sudario

2. Un mentís a la totalidad

La apertura del Arca, ¿hecho histórico o pura invención? ¿Realidad o «acción mistificadora y simbólica»? La apertura del Arca, «ceremonia “anacrónica”»? ¿Dudosa la «presencia del monarca Alfonso VI y su hermana Urraca y varios obispos de Palencia, Oca y Oviedo? Lo curioso del caso es que lo mismo que dice el documento de la donación de Langreo, copia del siglo XIII, con su introducción histórica sobre la apertura del Arca como justificante, lo repite y refiere la inscripción del Arca: «Para todas ellas, el ilustre rey Alfonso, movido de humilde devoción, fabricó este receptáculo, ilustre en su interior por las prendas de los santos y adornada por fuera con obras de arte nada desdeñables (...). Estos saludables y venerando dones los conoció, sin ninguna duda, toda la provincia en la era de MCXIII, por obra e industria de los clérigos y obispos que, a este fin, nos reunimos con el dicho príncipe Alfonso, con su distinguidísima hermana, llamada Urraca por su nombre, a quienes el Redentor de todos conceda indulgencia y perdón de sus pecados por estas santísimas reliquias». (Texto original en F. Diego Santos, Inscripciones medievales de Asturias. Oviedo. Principado de Asturias. 1993, p. 61). A propósito de este texto, nos sorprende enormemente que el autor a quien estamos aludiendo diga con todo desenfado que la fecha a que remite esta inscripción es la de 1072: «La fecha de 1072 de todas formas es irrefutable, ya que se encuentra grabada en propio el texto (sic) epigráfico que describe las reliquias albergadas en su interior». Nosotros, desde luego, no hemos entrado nunca en este tema, pero lo cierto es que el texto de Diego Santos, autor que cita, entre otros, a su favor, habla de la era MCXIII y así la transcribe abajo, al traducirlo, con el número 1113. Y, justamente, la era 1113, rebajados los 38 de la era cristiana, da el año 1075, casualmente el mismo del documento de la apertura del Arca y donación de Langreo conservado en la copia del siglo XIII. En cuanto a la diferencia del número de reliquias (en realidad, 33 en la inscripción del Arca, no 30, y 85 en el relato de la apertura del Arca, no 67), no hace falta recordar que no es lo mismo escribir en un pergamino que dentro de los limitados márgenes de la cubierta de un arca. Cosa que recuerda el propio autor del texto del arca. His pariter coniuncte sunt quedam maxime prestantes et reliquie, quorum pro ut potuimus hic nomina subscripsimus: «A estas se unen igualmente algunas reliquias muy importantes de santos, cuyos nombres, en cuanto nos fue posible, seguidamente escribimos». Queda aún otro detalle, este relativo al Santo Sudario, que nos sorprende. Según el autor, los resultados del C14 datan esta reliquia entre los siglos XIII y XIV. En lo que a nosotros consta, la datación resultante según todas las pruebas hasta ahora realizadas oscila entre 666 y 686.

3. El museo de la reliquias

Sobre este particular, opinamos que habría que precisar detalladamente su contenido y funciones, sin apriorismos ni prejuicios. Aunque, desde luego, las reliquias tienen su sitio propio únicamente en la Cámara Santa y en modo alguno deben ser contempladas como objeto de exhibición, en ese tal museo o exposición permanente cabrían muchas cosas que podrían servir de antesala y promoción del mismo santuario de las reliquias, especialmente del Santo Sudario. La imaginación y, tal vez, la experiencia de otros lugares podrían decir algo sobre el qué y el cómo.

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