La identidad de la izquierda
Lo que algunos sesudos dirigentes socialdemócratas europeos han descubierto, después del desastre electoral de las elecciones europeas, es que los socialistas han perdido porque han estado gobernando como la derecha. No es exactamente cierto (a un dirigente socialista no se le perdonarían las cosas que hace el primer ministro italiano, por ejemplo) pero vale como diagnóstico de la enfermedad que aqueja a la izquierda. Los electores prefieren que las recetas y políticas de derecha las lleven a cabo los partidos conservadores (el pescado se lo compramos al pescadero). El coqueteo de los socialistas con la derecha viene de antiguo, pero, con el paso del tiempo, han asumido de tal forma los postulados liberales que, por sus contradicciones, han terminado en la esquizofrenia política. El discurso engañoso para hacer parecer como progresista lo descaradamente derechista fue expuesto por Proudhon en su libro Filosofía de la miseria y magistralmente contestado por Karl Marx en Miseria de la filosofía que junto con El Capital no solo sirvieron para dar un carácter científico a la dialéctica política y sacar a la luz las injusticias del liberalismo, también para denunciar las falsedades del socialismo y del anarquismo. La socialdemocracia, caído el Muro de Berlín, se ha convertido, ya sin tapujos, en un movimiento político de derechas (con la misma política económica, fiscal, exterior, etc) que, eso sí, quiere mantener un discurso pseudoizquierdista basado en las enseñanzas de Marx, no D. Carlos, sino Groucho, ya saben "Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros". La socialdemocracia no ha sido capaz de dar una respuesta de izquierda a la crisis y se han aliado con los partidos de derechas para, por ejemplo, dar ingentes cantidades de dinero público a los bancos. Los socialistas están desconcertados, no solo por los últimos resultados electorales, es que, aquí y ahora, no saben qué hacer. Mientras, ha florecido entre la falsa progresía la adoración al presidente Obama, pero son incapaces de tomar iniciativas siquiera parecidas a las del presidente nosteamericano, ¿alguien se imagina al PSOE nacionalizando bancos, aseguradoras y fábricas de automóviles?. Pero, no nos equivoquemos, ni Obama es de izquierda ni esas medidas van encaminadas a que el Estado asuma el control de los sectores estratégicos de la producción y de la economía, se han tomado para salvar el culo al capital. Los que pensamos que esta crisis (no la coyuntural de la que nos hablan todos los días y a la que pronostican un final cada vez mas lejano, sino la verdadera, la de la sobreproducción, agotamiento de las materias primas y agonía del Planeta) no tiene salida, si no es con medidas de progreso que propicien la primera revolución global, social y económica, asistimos alarmados a la privisible desaparición de los últimos reductos de la izquierda.
Sindicatos ocultos e inactivos bajo el manto del pesebre, ecologistas y antiguos comunistas sirviendo de bastón a la ya patética y agonizante socialdemocracia, intelectuales y periodistas fagotizados por el poder, etc. Desgraciadamente las revoluciones no las hacen las ideas sino los estómagos. ¿Será necesario llegar a los cinco millones de parados y a la quiebra económica de las familias y del Estado para que la izquierda resucite y reaccione?.
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