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Montañeros versus osos

11 de Septiembre del 2013 - Alfredo García Cuetos (Laviana)

Tal parece que al final la dicotomía es ésa y, aunque en este caso concreto seamos los corredores por montaña los implicados, no deja de ser el colectivo montañero en que se engloban éstos el implicado en la controversia. No pretendo avivar ningún fuego porque, sencillamente, no hay tal. Un grupo de montaña pretende organizar una prueba deportiva en un entorno concreto, se dirige a los estamentos encargados de regular dicho territorio política y administrativamente y obtiene de ellos las oportunas autorizaciones. Diez días antes del evento, a alguien se le enciende un piloto de alarma y expresa públicamente su rechazo a la prueba, alegando el posible impacto sobre la población osera de la zona.

Hasta ahí, hechos. El problema llega, como siempre, con los argumentos esgrimidos para apoyarlos. El FAPAS habla literalmente en su comunicado de 500 personas simultáneamente, de luces nocturnas y de algarabía como riesgos objetivos para pedir la revocación de dichos permisos. Estos argumentos han de ser matizados e incluso negados con rotundidad: esa cifra es el número máximo de participantes autorizados para las dos pruebas –ultra trail de 100 kilómetros y maratón de 42 kilómetros– que se van a celebrar. A fecha sábado 7 de septiembre el número de inscritos es de 175 para el ultra trail y 234 para la maratón, dato público y constatable en la web de la organización. Puede haber una ligera variación, pero a falta de 7 días no creo que sea significativa y, en cualquier caso, estará dentro del margen máximo autorizado. Lo que ya tengo que negar es la simultaneidad, y me explico: el ultra trail tiene su salida a las 5 horas del sábado y el maratón a las 9.30. Si a ello añadimos la lógica dispersión que el diferente nivel de los participantes va imponiendo, por experiencia les aseguro que grupos de más de 6 u 8 personas son totalmente infrecuentes. Como ejemplo, en la prueba más parecida que se celebra en nuestra región, la Travesera de Picos de Europa, los participantes fueron arribando a meta por goteo durante un intervalo de 11 horas. Imaginense pues la dispersión de los mismos y, si quieren certificarla, les remito a la clasificación de la prueba.

Vamos con las luces: Es cierto que los participantes del ultra trail nunca los del maratón, que son mayoría, vamos a salir a las 5 horas portando linternas frontales en nuestras cabezas, pero no es menos cierto que son pequeños aparatos con una limitada capacidad, especializada en iluminar entornos cercanos durante muchas horas y no en alcanzar muchos metros de distancia; a ello hay que añadir una realidad física: bastante tenemos con alumbrar el camino por el que caminamos o corremos en la oscuridad, como para entretenernos en iluminar inútilmente nuestro entorno.

Y respecto al argumento que considero más dañino, realmente lo sería si fuera cierto, pero reincido en lo mantenido: grupos pequeños de personas o individuos sueltos, que corren o caminan al más elevado ritmo de que son capaces durante 100 o 42 kilómetros... Les puedo asegurar que nos sobra poco aliento para vocear o perturbar. Vuelvo a remitir a los interesados a observar o incluso participar en alguna de las pruebas que se celebran en nuestra región, incluso les invito a recorrer ese entorno tras la prueba. Yo he hecho todas esas cosas en muchas ocasiones. Incluso he realizado el trazado completo en los días posteriores a las mismas, el mejor test posible sobre nuestro nivel de incidencia en cuanto a posibles desperdicios o alteraciones físicas sobre el medio. Invito a cualquiera a que lo haga después de las carreras de Somiedo, para hablar con datos reales en la mano, asumiendo las consecuencias de ello.

Todos estos razonamientos se resumen en uno: Corremos por el monte porque nos gusta disfrutar del entorno, somos unos enamorados de la montaña y del deporte y, por lo tanto, los primeros interesados en mantener el entorno en las mejores condiciones posibles. Es obvio que no voy a responder personalmente por cada uno de los componentes de mi colectivo, no soy tan iluso, pero creo que ninguno de los colectivos igualmente implicados en la conservación del medio –administraciones, ganaderos, cazadores, madereros, turistas, hosteleros, lugareños, etcétera– estén en posición de hacerlo. Ninguno somos la exquisitez personalizada, por eso existen unas normas que se nos aplican a todos y con las que podremos o no estar de acuerdo, pero que mientras están en vigor hemos de asumir. Con ellas en la mano se ha autorizado esta prueba y por eso defendemos su celebración, en la noción certera de que no suponemos un peligro para la población osera, más allá de lo que puede suponer la presencia humana en la forma que sea, pues no hay que perder de vista que la prueba se celebra en zonas de libre acceso y por senderos PR a los que, por ejemplo, puedo acudir mañana mismo con 500 amigos sin que nadie pueda alegar nada, siempre y cuando no existan unas circunstancias específicas que lo indiquen y no se mantenga ninguna actitud peligrosa para el entorno, como es lógico, cosa que tampoco parece ocurrir en este caso.

Así pues, entiendo el temor de aquellos que hacen suya la defensa de la naturaleza en la zona, pero puedo asegurarles que no vislumbro ningún peligro objetivo. Por eso, y agradeciendo sus sensatas palabras en un entorno un poco crispado, no puedo estar de acuerdo con don Benigno Varillas cuando hace caer sobre nuestros hombros el peso de la protección del entorno mediante la autorregulación. Es evidente que es una posibilidad, pero no es menos cierto que también se les puede exigir a todos los implicados de los que antes hablábamos y, sin embargo, ellos se limitan a cumplir las normas. Así, por poner un ejemplo, es llamativo que nosotros seamos un peligro para el oso en las zonas altas cuando son las batidas –según el propio comunicado del FAPAS– las que empujan al oso a dichas zonas. ¿Hay que exigirles a los cazadores autorregulación y que renuncien a las cacerías que tienen autorizadas? Puede ser, pero creo sinceramente que si todos cumpliéramos las normas existentes, otro gallo cantaría. Ese paso más, si es que es necesario darlo, al corpus legal con él y a acatarlo todos.

Por eso, vuelvo al principio: Solicitud de una actividad deportiva, que fomenta el respeto al entorno y dinamiza la zona, por parte de unos entusiastas que ponen todo su esfuerzo y capacidad incluso económica al servicio de la misma y que ha sido autorizada por los estamentos responsables. Claro que podemos suspenderla a días vista, y también la etapa de los Lagos o el Angliru, pero obviamente con razones de peso para ello. Y creo que no es el caso.

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