¡Seamos realistas, por favor!
Según la encuesta de Condiciones de Vida publicada en 2012 por el Instituto Nacional de Estadística (INE), uno de cada cinco ciudadanos residentes en España –el 21,1%– se encuentra por debajo del umbral de pobreza, es decir, vive con menos de 7.355 euros al año.
Estos datos no son ninguna invención, ni mucho menos manipulación, del informe de «Las condiciones de vida de la sociedad española». Es una de las razones que el Partido Popular incluye en su exposición de motivos para justificar una proposición no de ley que se debatirá en el Congreso de los Diputados.
A muchos, asturianos y españoles, seguro que no nos hacía falta una constatación científica de algo que vemos a diario a nuestro alrededor. Basta solamente con salir fuera de las moquetas y de los despachos para darnos cuenta de una realidad que se nos abre a quienes estamos al cabo de la calle y se les suele cerrar a quienes la ven a través de cristales opacos, balcones soleados y hermosas vistas.
Ahora, para los unos y para los otros; para los que quieren verlo y para los que no, la realidad vuelve a ponernos a todos en nuestro sitio. A olvidarnos de Juegos y de saraos y a bajar del limbo en el que estábamos, pretendiendo compararnos con Japón y con Turquía, cuando la realidad nos hace compañeros de viaje de Rumanía o de Grecia.
Si a la fecha de la publicación por el INE, referidos los datos al año 2011, donde el paro (una de las principales causas del aumento de la pobreza) afectaba a 23 de cada 100 españoles, ¿cuál será la situación actual, donde 26 de cada 100 no tienen empleo? Ésta es la realidad, y no otra, y ya no valen ni las herencias, ni el pasado negro socialista. Ésta es la situación en el 2012 y el 2013; y ésta es la realidad a la que debemos de mirar, no sin avergonzarnos, de haber llegado a este estado de cosas, y que los autores estén aún libres de responsabilidades.
Mientras haya a nuestro alrededor un 25% de menores de 16 años en riesgo de pobreza, así como un 21% de los comprendidos entre los 16 y los 64, y el de un 16% de los mayores de 65 años, no caben justificaciones, y sí, acciones.
Mientras este mismo riesgo de pobreza alcance al 39% de los hogares españoles con un adulto y uno o dos dependientes, y mientras el 24% que están compuestos por dos adultos y uno o más dependientes sea una realidad, ya hay que decir ¡basta!
Basta de palabrería hueca de contenido y extensa en continente. Basta de posturas ideológicas obsoletas, cuando no existe en ellas una base, ni ética ni moral, para presentarlas como redentoras. Basta de presentar la luz de una cerilla en un túnel, para decirnos que se ve la salida del mismo.
No es así, ni puede seguir siéndolo. Hay que terminar con esta lacra social que afecta a la dignidad de las personas, no acudiendo a la tan manida palabra solidaridad y a otras como generosidad y esfuerzo, porque ninguna de ellas está dando resultado. Sino a hechos tangibles que den resultados a muy corto plazo. Ante el hambre, no existe ningún déficit. Primero, se come, y después se paga.
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