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La resaca que nos dejó la Diada

16 de Septiembre del 2013 - José Antonio Gutiérrez Glez. (Piedras Blancas)

Aunque no sea de mi gusto, casi me parece lógico que los partidos independentistas catalanes se unan en la lucha por su objetivo separatista. Lo que no encuentro natural ni sensato es la división de los partidos de ámbito estatal donde cada uno de ellos, ante la desagradable situación creada, parece haber optado por una respuesta distinta. Así pues, el Partido Popular considera que las cosas deben seguir como está escrito en la Constitución. El PSOE se ha abierto a un federalismo de límites imprecisos. Y, la IU del inefable Cayo Lara, apoya sin recelos el derecho a decidir de los catalanes. Un peligroso embarullamiento todo ello. Y para salir de él, puede que habremos de dejar algunos pelos en la gatera, ya que parece que lo que se está construyendo es un estúpido "derecho a decidir" el caos.

Para los independentistas, el éxito de la Diada del pasado día 11, con el clamor de miles de voces pidiendo la independencia y una cadena humana de más de 400 kilómetros a todo lo largo de la comunidad catalana, en signo de hermandad y de identificación territorial, ha sido otro paso al frente en su determinación política de construir un nuevo estado catalán. Puede decirse sin complejos que para ellos la Diada del miércoles, fue un descarado desafío a la España constitucional.

Por ello, si Mariano Rajoy como ciudadano particular quiere mentirse a sí mismo, allá él, pero quien no puede engañar ni engañarse, es el presidente del Gobierno de España. Su estrategia de no hacer nada para no enmarañar más las cosas frente a los retos de la Generalidad --ni siquiera el simple hecho de contestar cartas--, no puede valer. Desobediencias en el cumplimiento de las leyes y de las sentencias de los tribunales, constituyen un alejamiento del poder que, más pronto que tarde, dejará a España más chupada que una anoréxica en fase terminal. Y su consideración de que el problema catalán se resuelve con dinero, hoy, puede que no sea más que un simple apósito en donde hay que aplicar bisturí para extirpar un tumor.

Tampoco resulta comprensible ese tejemaneje que se trae Mariano Rajoy con Arturo Mas, en el que un día el panorama es lúcido y trasparente y, al siguiente, todo difuso y oscuro; en el que una vez se dice una cosa y a la siguiente la contraria, dando la sensación de que el parche económico no funciona o que la demanda de finanzas es insaciable.

A la vista de los últimos acontecimientos, parece que nos hemos equivocado. La Diada ha adquirido magnitudes que ya no se pueden ignorar, La gran Diada ha sido la manifestación sin tapujos de una insurrección grotesca, pero cierta. La Constitución pues pone a disposición del Gobierno los instrumentos legales oportunos para detener esta carrera con irreflexivo descaro. Creemos que ya pasó el tiempo de templar gaitas. Es la hora de la firmeza.

Por otra parte, causa enorme tristeza comprobar que unos compatriotas nuestros nos tratan como adversarios, como enemigos. Y esto, seguro, es lo que realmente pretenden y están consiguiendo por desgracia algunos políticos.

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