La misa asturiana de gaita
Coincidiendo con el Día de Asturias, la Fundación Valdés-Salas ha publicado junto con el diario LA NUEVA ESPAÑA un CD con una grabación de la misa asturiana de gaita interpretada por el tenor Joaquín Pixán, el gaitero José Ángel Hevia y un coro que los acompaña; una misa de gaita que rememora y conserva la expresión de la cultura religiosa asturiana.
Esta misa de gaita, que, según datos históricos, ya se cantaba desde hace varios siglos, y que seguramente tuvo su origen en el canto gregoriano, fue recreada, imprimiéndole algunas variantes personales con matices de tonada asturiana, por un tío mío sacerdote, don Ramón, que fue párroco en el municipio de Salas durante más de cuarenta años, primero en Lavio y después en Mallecina, y que la hizo popular en una amplia zona del occidente astur, concretamente en los concejos de Tineo, Valdés y Salas, donde esta misa formaba parte de la liturgia en la celebración de las fiestas patronales o sacramentales desde los años de posguerra hasta muchos años después del Concilio, cuando ya la misa se celebraba en lengua vernácula. Don Ramón, que falleció en 1987, fue «pasando el testigo» a otros cantores de talla semejante a la suya, quienes siguieron conservando esta misa inalterable hasta el día de hoy.
Escuchar a Joaquín Pixán y a sus acompañantes cantar la misa de gaita, después de haberla oído muchas veces en otras épocas, especialmente en la década de los cincuenta del pasado siglo, es un placer indescriptible, que, además, evoca recuerdos imborrables, pues no sólo la melodía se conserva intacta, sino que resulta notablemente mejorada con la voz de Pixán. Nada extraño, por otra parte, pues no en vano se trata de un tenor de reconocido prestigio y con una trayectoria artística muy importante. Tampoco podemos obviar aquí la figura de José Ángel Hevia, que sigue siendo un referente en el folclore asturiano, así como el coro, que ha tenido una brillante actuación, con algunas voces destacadas.
Sólo queda felicitar públicamente a todos los que han colaborado con esta obra, especialmente a los integrantes de la Fundación Valdés-Salas (personalidades relevantes, sobradamente conocidas en el mundo universitario) por el gran acierto que han tenido al rescatar esta joya de la cultura asturiana, que, de no ser por ellos, quizá hubiera sido relegada a la noche de los tiempos.
Mención especial merece por mi parte el catedrático de Literatura Medieval y del Siglo de Oro don Jesús Menéndez Peláez, un gran entusiasta de esta tradición cultural, que ha colaborado escribiendo un artículo muy interesante sobre este mismo tema (véase LA NUEVA ESPAÑA de fecha 1 de septiembre), en el que hace también una semblanza de don Ramón, de quien fue monaguillo en su niñez, y a quien reconoce como el artífice primordial de esta versión de la misa asturiana de gaita.
El contenido de esta carta sólo pretende expresar un merecido reconocimiento a todos los que, de una forma u otra, han colaborado en este encomiable proyecto.
Manuel Rodríguez Díaz
Oviedo
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