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No sería una metáfora

23 de Septiembre del 2013 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Por lo que he leído en referencia al Congreso de los Diputados, están reparando lo que hasta hace unos meses era un conjunto ruinoso con todo lo susceptible de corroerse o pudrirse corroído o podrido. Hay una referencia específica al lucernario, que adorna el techo de la sala, del que se dice se hallaba en grave peligro (¡qué pena!) de desprendimiento al, prácticamente, ya no contar con los que fueron sus puntos de apoyo.

Todo esto parece una metáfora del estado en que se encuentra España. Sólo lo parece, porque la realidad es que se corresponde con el sentido recto de la expresión para definir la España de hoy.

Bien, por ahí andamiados o simplemente trepados deben de andar los profesionales correspondientes para hacer completamente seguro el edificio. Con lo cual, evidentemente, ya no correrán ningún peligro los otros profesionales, los que lo usan, no andamiados o trepados, aunque muchos sean hábiles trepadores, sino arrellanados en sus acogedores asientos.

Ya sus señorías pueden estar completamente tranquilos y relajados. Cuestión sumamente importante, pues no habiendo padecido ninguno de los efectos maléficos de la tan mencionada crisis, no pueden haber creado anticuerpos contra los mismos, de manera que cualquier contratiempo mínimo puede ser para ellos algo sumamente traumático; de ahí que sea conveniente mantenerlos en esa burbuja que los aísla de los avatares y reveses de la susodicha que sufrimos los sufrientes de siempre.

Sigo leyendo. Esperanza, la muy sui géneris, nos exhorta a catalanizarnos, no ya para no salir malparados en la comparación con estos virtuosos pobladores del noreste español, sino para que los catalanes vean en nuestro gesto el respeto, la admiración y el cariño que, merecidamente, hemos de profesarles, ya que somos claramente deficitarios respecto a la intensidad con que ellos nos profesan a nosotros, los españoles, estos sentimientos. Por supuesto que debemos aprender catalán, pues estas manifestaciones, y todas las demás, debemos hacerlas en esta lengua, gesto de amor inequívoco, pues no cabe otra interpretación al hecho de aprender una lengua para comunicarse con quien ya compartimos una y que no ampliaría nuestro ámbito de comunicación, puesto que nadie más que los catalanes hablan catalán. Desde luego asunto prioritario, dice la tal, ha de ser el cambiar las leyes para que puedan obtener su independencia de la pérfida España ¡legalmente! Faltaría más. El colmo sería que les obligáramos a independizarse de manera ilegal.

Cuando los farsantes, sinvergüenzas y aprovechados, me colman, ni siquiera me consuela el echar un vistazo a la historia de El Gallo de Morón, ya que con los guionistas que ahora tenemos, una izquierda destructiva y antiespañola y una derecha cínica y acomplejada, difícilmente escribirán una historia como la de Morón de la Frontera.

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