El divorcio no es la solución
Cada vez que conozco a alguien nuevo y digo que soy catalana la siguiente pregunta es siempre: ¿Y eres independentista? En el momento en el que contesto que no, la gente se extraña. Y es que hemos llegado a un punto en el que a los catalanes ya se nos etiqueta como separatistas. Y si defendemos a España, somos fachas. Soy una catalana que ama el catalán, el pan con tomate, els castellers y las butifarradas de pueblo. Pero no por eso voy a rechazar un bocata de calamares. También soy española y amo el folklore español. Quiero poder escolarizar a mis hijos en castellano y catalán. Quiero seguir sintiéndome hermana de un madrileño, un valenciano o un andaluz. Me siento etiquetada y discriminada. Y lo más curioso es que los que me cohíben son los que me piden libertad. Este nacionalismo radical está arrebatándome mi preciosa Cataluña. Necesitamos una buena dosis de tolerancia.
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