Palomas: no al exterminio
Por lo que parece, tras lo publicado recientemente en este diario, el Ayuntamiento de Oviedo está dispuesto a «quitarse de en medio» el supuesto problema de «invasión» de palomas por la vía más expeditiva, o sea, declarándoles de antemano una propuesta de acción que llaman «guerra», lo que nos induce a pensar que lo que en realidad desean es simple y llanamente eliminarlas sin más, de todos los lugares donde estimen que sobran o estorban.
Obviamente, para cumplir con la legalidad contratarán, mediante concurso público, a una empresa privada que ejecute la pretensión, y, aunque no conocemos el pliego de condiciones, estoy seguro de que no figura entre ellas, que a las palomas se les conceda una oportunidad de vivir en otro lugar, entre otras cosas porque, si no se construyen palomares y fuentes cercanas de comida para fijar la población, las palomas se van, por lo cual deduzco que dejarán al libre criterio de la empresa adjudicataria el destino de estos animales. Por otra parte, suponiendo que fuera cierto que las soltaras lejos, como primera opción, ¿cómo pueden saber que, si donde las recogieron vuelven a aparecer palomas, éstas son las mismas que en su día retiraron, y no otras que vinieron de otro sitio? Evidentemente es imposible, salvo que cada una lleve un GPS, lo cual, con la misma evidencia, sería inviable.
No consigo comprender por qué las palomas, de un tiempo a esta parte, molestan tanto a determinados grupos de humanos, cuando en muchas ciudades que conozco, son un reclamo turístico, e incluso hay vendedores de maíz para que los niños lo repartan a estas aves, que se posan en grandes bandadas, haciéndose fotos todos los que participan, en tanto que aquí, en Oviedo, el Ayuntamiento quiere hacerlas desaparecer, aunque sea matándolas sin más (tampoco importa el método).
Considero cruel, y poco respetuoso con la naturaleza, este planteamiento, cuando lo más sencillo, e incluso económico, sería subvencionar el suministro de pienso con anticonceptivo, unido a la construcción de algunos palomares más, en las diversas zonas verdes de Oviedo, con lo que se controlaría la proliferación de la «columba doméstica» sin aniquilarla, extremo que deploro, como amante de los animales. Espero que nuestro Alcalde, al que creo una persona sensible, reconsidere los términos en los que se plantea el control de palomas, para que el nombre de Oviedo no se asocie con el maltrato a los animales.
¡Ah!, y por favor, no me comparen palomas con roedores de alcantarilla, como si fueran una plaga a combatir, que no lo son.
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