El futuro de San Mateo, en nuestras manos
Una vez finalizadas las fiestas de San Mateo, no me resisto a efectuar un análisis de lo que, al menos para mí, supone un cambio del modelo festivo de nuestra ciudad. Evidentemente, el equipo de gobierno popular ha decidido que había llegado el momento de dar un giro al modelo gracias al cual los últimos treinta años las fiestas de la ciudad se habían hecho con un lugar dentro del programa lúdico del norte de España. Para ello hay dos actuaciones que suponen un punto y aparte en el acontecer mateín, como son el traslado de los conciertos a la zona de La Ería y la instalación en el paseo de los Álamos de las casetas (chiringuitos no, por favor) de la Asociación de Hostelería.
Respecto a lo primero y amparándose en una supuesta falta de seguridad en el ámbito de la plaza de la Catedral, no seré yo quien lo discuta, se trasladan a las inmediaciones del Carlos Tartiere aquellos conciertos que supuestamente iban a provocar una mayor afluencia de público, pero como con esto no basta, se delega parte de la organización a promotores privados con la excusa de que algunas actuaciones no le van a costar al Consistorio ni un euro, a los ciudadanos de a pie sí, por supuesto, llegando al máximo con el concierto del ovetense Melendi, de cuya música pudimos disfrutar el año pasado de forma gratuita y debiendo abonar en el presente más de 20 euros; si esto es avanzar, mejor quedarse quieto. Por lo que respecta a las «casetas» de la Asociación de Hostelería, resulta al menos curioso la agilidad con la que los populares resuelven a favor de su instalación, dando por buenas jaimas cuya prohibición en años anteriores obligó a los «chiringuitos» a hacer fuertes desembolsos económicos para poder hacer frente a las exigencias municipales, esto unido a la decisión de dejarles abrir el domingo 22, una vez finalizadas las fiestas, deja bien a las claras cuáles son las intenciones y las preferencias municipales. Espero que en el próximo San Mateo esta agilidad se traslade también para la búsqueda de un espacio donde se puedan ubicar las barracas y, por qué no, más chiringuitos de asociaciones sociales, cuyos empresarios y promotores no parecen gozar de las mismas simpatías dentro del Grupo Popular. En definitiva, se ha optado por la gestión privada en detrimento del servicio público. Pero como todas las cosas tienen su parte positiva, me queda el consuelo de que seremos los ciudadanos de Oviedo y quienes nos visitan en estas fechas los que digamos si queremos seguir pagando nuestros mojitos en euros o pasamos al «mateo», cuyo cambio, por cierto, aún nadie ha sido capaz de explicarme. En fin, tenemos el futuro de San Mateo en nuestras manos.
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