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Consternación y abatimiento

27 de Septiembre del 2013 - José Antonio Gutiérrez Glez. (Piedras Blancas)

Hoy, todos los padres y madres de niños adoptados tienen el corazón enfermo. Bueno, todos los padres y madres del mundo que quieren a sus hijos, imagino. Porque no es nada fácil superar la muerte de un hijo. Da igual que ese hijo sea único o hermano de otros diez o más. Cada hijo, y eso lo sabe cualquier padre y cualquier madre, es hijo único, insustituible. Y su pérdida irreparable.

Tiene que doler tanto la muerte de un hijo que se puede entender que una madre robe para darle de comer, que un padre llegue a matar por defenderle. Porque, ¿qué padres no son capaces de dar la vida por un hijo?

De ahí el abatimiento, la pena y la conmoción por este hecho ocurrido en Santiago de Compostela con una niña de adopción.

Poco a poco van desvelándose detalles acerca de la historia de Asunta Yong-Fang Basterra Porto, la menor hallada muerta en una pista forestal cercana a Santiago. Adoptada por el matrimonio formado por Alfonso Basterra y Rosario Porte --hoy detenidos e imputados por homicidio--, cuando contaba apenas un año, la pequeña era considerada extremadamente inteligente. Pero aunque no lo fuera tanto, era su hija.

¿Cómo adjetivar este caso? Si los señores Basterra-Porto, padres adoptivos, han hecho lo que apunta la investigación, ¿cómo llamarles? Desde luego padres, no. Este título --ser padres es un título--, jamás debieron conquistarlo.

Son muchos los niños ya españoles que nacieron en China, Etiopía o en Rusia y son críos que han llenado de alegría muchos hogares españoles y a los que la vida les ha dado una segunda oportunidad. Asunta, como Ruth y José Bretón, por poner otros dos casos, están muertos porque la maldad anida en rincones insospechados del ser humano.

Por ello nos encontramos todos sobrecogidos desde hace varios días, viviendo con un escalofrío pegado al corazón. Viendo el horror que se ha apoderado del alma de quien sí la tuvo en el momento de la adopción, y viendo atónitos las terribles consecuencias de este horror.

La pequeña Asunta no fue asesinada por haber nacido en China. Ni por haber sido adoptada. ¿Qué se puede pensar sobre todo ello?

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