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La dictadura del SESPA

30 de Septiembre del 2013 - Ana María Rodríguez Fernández (Rebollada (Oviedo))

Las mayorías absolutas son el cáncer de la democracia, corrompen al más santo y convierten a los políticos en auténticos tiranos, revistiéndolos de total impunidad. Primero se cargaron las cajas de ahorros con toda su obra social y cultural y ahora van a por la sanidad, un apetitoso bocado que desde hace tiempo se están disputando. Cada vez pagamos más por menos y peores servicios. El personal sanitario está bajo mínimos y anda a remolque, arrastrando penosidad y frustración. Vivimos en una dictadura encubierta, y como bien dijo el socialista Guerra, «el que se mueve no sale en la foto». Esta famosa frase que recuerda tiempos oscuros de nuestro pasado la están utilizando al pie de la letra el consejero de Sanidad, señor Faustino Blanco, y su directora, Celia Gómez. Retiran productos antes gratis de las farmacias y se ceban prohibiendo medicamentos eficaces contra varios tipos de cáncer, viéndose obligados los pacientes a pagar costosísimos tratamientos. Los médicos que se atreven a recetar en la clandestinidad son amenazados o despedidos, imitando así la más dura dictadura franquista. Son ya dos familias las que denunciamos ante la fiscalía, la denegación de la abiraterona eficaz contra el cáncer de próstata con el consiguiente abandono del paciente y discriminación, puesto que ya disponemos del número y la clase de gente que ha sido tratada en varios hospitales de Asturias. Ahora presten atención, porque lo que viene a continuación es de juzgado de guardia. Al día siguiente de denunciar ante la fiscalía llamaron por sorpresa a mi hermano, al que no conocía de nada, de la dirección del SESPA «interesándose por su salud» y diciéndole que estudiarían su caso. Pensaron ingenuamente que al fin le iban a dar la abiraterona y cuál sería nuestro estupor cuando comprobamos que nos habían cambiado de médico y de servicio, amonestando duramente a los de radioterapia que lo estaban llevando y obligándolos a derivarlo a quimio. ¿Qué les parece esto? ¿A qué les suena? ¿Tal vez a las horrorosas experiencias nazis?

¿Cómo se atreven a manejar a su antojo a un paciente sin su consentimiento y aprovechándose de su debilidad? Para enviarlo a quimio, donde hay grandes profesionales, sepan que no les necesito a ustedes, pues afortunadamente gozo de suficiente compañerismo y simpatía entre mis colegas que siempre se mostraron generosos conmigo y con los míos. Además, y por suerte, tenemos medios suficientes para comprar la abiraterona, a pesar de su carestía y de su crueldad. También quiero que sepan que ese gran Hospital General en el que trabajé y me formé rezuma a pesar de las heridas recibidas esa humanidad que a ustedes les falta, por todos los rincones de España. Hay enfermos que por su estado no toleran la quimio, y deberían saberlo, máxime cuando existen terapias alternativas menos cruentas y que ofrecen mayor calidad de vida, como es el caso de la abiraterona.

Espero que al final recapaciten y en un acto de generosidad nos concedan este medicamento.

Ana María Rodríguez Fernández

Rebollada (Oviedo)

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