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La dolorosa técnica de extracción de órganos

30 de Septiembre del 2013 - Teresa Antequera Cerveron (Alfafar (Valencia))

Durante la extraccion de órganos la ciencia ha determinado que el cadaver de un hombre puede realizar 17 movimientos involuntarios y el de una mujer 14, movimientos de los que se dicen que son reflejos sobrantes de la médula espinal. Sin embargo en el libro `Cada cual muere por si mismo´ de la Editorial Vida Universal se aclaran interesantes aspectos del funcionamiento del llamado Cordón de Plata, que es una especie de cinta de información entre el cuerpo y el alma y que revelan algo totalmente diferente, allí se lee: Cuando se producen intervenciones en un cuerpo, por ejemplo una autopsia o una extracción de órganos, es posible que la persona intervenida perciba de forma dolorosa esa intervención a través del trasmisor de dolor, es decir del cordón de información, en ese caso la persona sufre entonces de forma indecible. Precisamente el proceso de extracción de órganos es algo que percibe y siente el aparentemente muerto, ya que el cuerpo del supuesto fallecido no debe estar totalmente muerto durante la extracción de órganos, porque de ser así, el órgano que se ha quitado no podría ser luego explantado en la persona receptora, por lo que el cuerpo es mantenido vivo de forma artificial. Esta delicada decisión seguirá manteniendo unidas al alma y al cuerpo, lo que significa que el cordón de información, que como se ha dicho trasmite entre otras cosas el dolor, todavía provee de fuerza vital al que se dice muerto, pudiendo pensar y sentir, pero no moverse. Sufrirá dolores inimaginables, sin embargo no podrá hacerse notar ni o defenderse. Esta situación tan espantosa es lamentablemente, con mucha frecuencia, una realidad amarga y dolorosa.

El conocimiento sobre el cordón de plata es muy antiguo, sin embargo hoy se sabe más al respecto a través del libro citado, por ejemplo que el cuerpo y el alma se separan lentamente, lo que significa que el alma puede necesitar un largo proceso hasta abandonar el cuerpo. Y aunque la iglesia habla al respecto, muestra desconocimiento sobre este delicado tema.

Las personas además de tener miedo a morir suelen tener miedo al sufrimiento y las iglesias disponen de poca información sobre qué sucede tras la muerte. Disponen sin embargo de la ominosa enseñanza del infierno, del purgatorio y del juicio final, algo de lo que nunca habló Jesús, sin embargo desconocen que el alma está en la Tierra para aprender, para evolucionar, para saldar las deudas de vidas anteriores y que a través de la orientación a los Diez Mandamientos y al Sermón de la Montaña puede dar pasos de aprendizaje y evolución. El desarrollo del alma puede seguir incluso en el Más allá, dándose la posibilidad de una nueva encarnación en la Tierra hasta que el alma regrese a la existencia eterna, a Dios.

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