Un rumor parecido al amor
Te amo tanto, tanto que te amo más que ayer. Te amo en el idiota amor; te amo casi sin querer.
Salamanca, mediados de mayo de 2013.
Apenas se ha definido la distancia entre la almohada y mis ojos somnolientos. El sol tiembla como un recién nacido manteniendo la presión sobre los barrotes que unen la esperanza con la desidia; agarrándose con devoción a una luna que se inmola en la oxidada madrugada.
Itziar se sujeta firmemente a las asas de una mochila que exhala un rumor parecido al amor. La miro con pupilas indefinibles, pensando que sus ojos publicitan un anuncio sordomudo que no alcanzo a entender. Vuelvo a mirarla esperando una respuesta que despierte a su descuido. Su adolescencia atraviesa mis mejillas, y yo replico con un destello que recuerda mis viajes perdidos a través de una mueca que calcula las posibilidades, mordidas no hace mucho tiempo, de penetrar en una casita al lado del mar con un cartel que dice Prohibido pasar
Pienso que me gustaría provocar su sonrisa cuando no llorara y segundos después desecho la idea a causa de un recuerdo ignorante que viaja hacia el pasado y se hace eco, mediante leves mordiscos, de los minúsculos cristales de amores anteriores.
Hablamos de temas triviales; de los borrachos disfrazados de políticos; de la soledad de los gatos abandonados; de las palomas que cagan en las pilas de agua bendita; de los murmullos que tropiezan con la verdad.
Salamanca, finales de mayo de 2013.
El olvido es un zumbido que permanece, pienso mientras me acerco a ella lentamente improvisando conversaciones dibujadas, horas antes, en un croquis que se evapora a causa del sudor que deambula alrededor de mi mano.
Entonces deshago el conflicto y suicido a mis labios; los mismos labios que minutos antes presumían de la victoria en la Copa del Rey del Atlético de Madrid e intentaban buscar un resquicio en su mirada. La verbena ha comenzado; la música suena; su lengua se desnuda lentamente y el turno de sus besos entierra las esquinas escarchadas por el paso del tiempo. Un desahogo animado por varias cervezas acaricia a mi distraída sugestión y me emboca hacia un rumor parecido al amor.
Su boca canta mi nombre.
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