¿Una monarquía republicana?
El invento monárquico que nos dejó el general parece ser que tiene los días contados. Lo que comenzó subrepticiamente, en las sombras, es ahora «vox pópuli», precipitado por los últimos acontecimientos que afectan a la Casa Real, siendo el caso Urdangarín, posiblemente, el empujón final. Y ahora, qué. ¿Otra República como la de 1931? No. Tajantemente, no. Porque aquella República, tan bien recibida por el pueblo, un pueblo oprimido hasta entonces por la Monarquía y el capitalismo, acabó destronada por unos partidos políticos que terminaron en el extremismo y la radicalización, verbigracia, socialismo, comunismo, anarquismo y fascismo. Así de claro y así de cierto, como sabemos muy bien quienes, siendo aún unos niñatos, lo vivimos y sufrimos, y que somos los que, objetivamente, podemos hablar de aquella tragedia, y no los que nacieron después de ella y hoy la falsean o tergiversan, según sea su ideología. Sí, izquierdas y derechas se cargaron aquella República. Por eso no nos cansaremos de decir, aquí, que ni izquierdas ni derechas, sino todo lo contrario.
Hoy, que parece ser que volvemos a estar en los prolegómenos de aquel doloroso pasado político e ideológico, con una muy parecida agresividad dialéctica y verbal –que, entonces, terminó con la agresividad de las armas– puede mandarlo todo al carajo, cuantos logros se han conseguido con la transición, que fue borrón y cuenta nueva. Así lo entendió el prudente y conciliador Gobierno de Felipe González, que dejó a los muertos en sus tumbas y no dio paso a nuevos odios y rencores. Que Zapatero hizo revivir con su Memoria Histórica, enfrentando de nuevo a los españoles.
El Rey, y mira que tiene mala pata, con su nueva intervención quirúrgica, y tener que declinar en su hijo las funciones de la Jefatura del Estado, ha agudizado el clamor republicano. La cosa está que arde. ¿En ciernes ya la III República? ¿O bien abdicar el Rey en favor del Príncipe de Asturias? Creemos que esto, de momento, sería lo más conveniente, sobre todo si tenemos en cuenta que muy bien puede suceder que los dos casos en litigio, Monarquía y República, llegaran a ser una misma cosa. Por lo pronto, la Reina sería hija del pueblo, que en ella sí estaría debidamente representado. Bueno, ya el cantautor Sabina, amigo íntimo de los Príncipes de Asturias, lo vaticinó cuando dijo que doña Letizia sería una buena Reina republicana.
Como consecuencia, todo sería mejor en España, y Cayo Lara y Luis María Anson, felices y contentos, bailarían al mismo son. Y en la farsa política carpetovetónica, abajo el telón.
Ricardo Luis Arias
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