Lapas de cuello duro
No se esfuerce usted, señor Presno, que a los Lastra, Gutiérrez y compañía les importa una higa cualquier tipo de argumentación legal. Su horizonte vital es seguir comiendo del erario con el beneplácito y solidaridad de un jefe de filas pusilánime.
La disculpa de la mayoría reforzada es eso, disculpas de mal pagador. El caso es poner todas las trabas necesarias para que el ciudadano no vea reflejada su voluntad en la Junta General del Principado, no vayan a sufrir algunos meritorios la indigestión de una licencia anticipada. Mejor dejar las cosas como están y, así, ese grupo mayoritario de lapas socialistas del Parlamento continuará feliz.
Si pasamos revista al grupo conservador (conste que ambos términos, socialista y conservador, son meros distintivos empresariales), las lapas populares optaron por la estrategia populista de establecer como conditio sine qua non para dar su aprobación a la nueva ley Electoral la rebaja en diez elegibles del número de diputados a la Junta.
Ambas organizaciones optaron por estrategias diferenciadas, pero con un objetivo común: evitar que prospere cualquier iniciativa que implique mayor poder democrático para el ciudadano.
Y no es que el nuevo proyecto de ley contemple con toda fidelidad el peso del voto personal e intransferible, no, señor, todavía le falta otra mano de tinta que esperemos ver a corto plazo. Aunque para Lastra, los acicales electorales deben producirse cada treinta años. Será conservador el individuo.
Y si medimos el alcance de la ley en términos de rentabilidad democrática partidista, es cierto que los dos grandes beneficiados con el cambio electoral, vista la confección actual del Parlamento asturiano, son IU y UPyD, pero es que ésa es la voluntad ciudadana, algo que parece se les olvida a los dos grandes partidos nacionales: la representación pública ha de ser lo más fiel posible al sentir político del pueblo, de otra forma se produce un fraude electoral, legal, pero fraude a fin de cuentas.
Dejamos para este recorrido final la otra organización de derechas porque no se sabe muy bien a qué juega. Lo más probable es que, a corto plazo, también salga beneficiada con el cambio, pero todo hace indicar que Álvarez-Cascos confía en repetir, incluso mejorar, los pasados comicios, objetivo harto complicado vista la descomposición interna que sufre Foro y la pérdida de confianza en su líder. Todo hace pensar que la desintegración política propiciada por una dirección despótica con pasado oscuro y decepcionante en cuanto a la acción política, puede llevar a este partido al ostracismo.
Y volviendo al grupo que mantiene al Ejecutivo regional, no deja de sorprender esa dialéctica socialista que, por un lado, dice tratar al ciudadano como adulto político y, por otro, reclama mayoría cualificada para una ley de procedimiento democrático que nos afecta a todos. Lo razonable, desde una perspectiva ideológica socialista, sería hacer un esfuerzo pedagógico por explicar al ciudadano lo que significa en la práctica ese cambio electoral y, en consecuencia, propiciar un refrendo popular. Es decir, hacer real la letra de aquella canción tan esperanzadora de la transición democrática: habla, pueblo, habla y no permitas que roben tu palabra. No dejes que nadie decida por ti.
Nadie contaba entonces con esta degradación política propiciada por lapas de cuello duro.
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