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Por fin, ¿nos regiremos por el sol?

10 de Octubre del 2013 - José Antonio Gutiérrez Glez. (Piedras Blancas)

Se está estudiando modificar el huso horario en España retrasando sesenta minutos los relojes para ajustarlos a la hora solar y hacerlos coincidir con los de los países situados en la misma longitud geográfica, como pueden ser el Reino Unido y Portugal, lo que se asegura incidiría en la mejora de la conciliación de la vida personal y profesional, ya que facilitaría un cambio en los horarios laborales.

Esta es una de las peticiones que la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados trasladará al Gobierno y que integra un informe sobre la "racionalización de los horarios, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, y la corresponsabilidad", consensuado todo ello por grupos parlamentarios y realizado por numerosos expertos en el tema.

Hemos tardado más de setenta años en darnos cuenta de que vivir fuera del huso horario natural parece tener más inconvenientes que ventajas. Que en España sigamos el horario de Berlín, nada tiene que ver con cuestiones racionales y sí con simpatías ideológicas. El 16 de marzo de 1940, el general Franco, en un guiño amistoso a sus aliados Hitler y Mussolini, ordenó adelantar una hora el reloj patrio.

Y en estas seguimos, con el sol por un lado y los españoles bailando la conga de los horarios de invierno y de verano, y con la conciliación laboral y familiar hecha unos zorros. El caso es que está al llegar al pleno del Congreso un detallado informe al que expertos y diputados de una subcomisión nombrada al efecto han dedicado casi nueve meses de trabajo para llegar a la conclusión de que España debe regresar al huso horario de Europa Occidental, del que ahora se dice, nunca debió salir.

Posiblemente lo más interesante de la propuesta, sin duda muy compleja, incluye los permisos parentales igualitarios y el establecimiento de jornadas continuas, con el objetivo de favorecer la conciliación. El informe subraya que los cambios son muy ambiciosos, porque nos ayudaría a converger con Europa en aspectos tan importantes como son la competitividad, la productividad y la conciliación, aunque reconoce que entraña una profunda transformación de las costumbres diarias de los españoles. La subcomisión retrata un mundo feliz, con las familias disponiendo de más tiempo para ellas y con una rutina en el trabajo más racional, al que actualmente dedicamos más horas que la media de la Unión Europea, pero con peores resultados.

A cambio, por supuesto, desaparecerían la tan arraigada comida del mediodía en casa y el disfrute de luz solar más allá de las nueve de la noche durante casi medio año. Ignacio Buqueras, pionero experto en la defensa de la racionalización de horarios y último en intervenir en la citada subcomisión del Congreso, está convencido de que es propio de culturas tercermundistas valorar al trabajador por el mayor número de horas de presencia en la empresa.

Quizá pues haya llegado la hora de pelear por la eficiencia y por el cambio de hábitos. Aunque solo sea para que los españoles dejemos de ser los europeos que menos dormimos y los que lideramos las estadísticas de absentismo, estrés y siniestralidad laboral. Y, posiblemente, para vivir más felices.

Además, ¿por qué la actual crisis económica provoca más destrozos en España que en otros países? ¿Por qué entre nosotros las consecuencias se presentan con más virulencia que en otros países de nuestro entorno? No, no es fácil contestar a estas cuestiones a partir de un solo argumento, porque el tema es bastante complejo. Sin embargo, un aspecto fundamental se halla, mal que nos pese, en la irracionalidad de los horarios laborales, a la que se une una menor productividad.

En efecto, parece ser que trabajamos una media de 1690 horas al año, mientras que los alemanes registran 1413 y los suecos, por poner otro ejemplo, 1644. De 142 países, ocupamos el puesto número 119 en la eficiencia del mercado del trabajo. Así, claro está, nos costará más tiempo y más esfuerzo en salir de la actual crisis. No puede ser que a más horas de tarea laboral tengamos menor rentabilidad. Este es un punto a estudiar en profundidad.

Como queda dicho, puede ser muy aconsejable no seguir con los actuales horarios, pues se resiente el trabajo, las costumbres y la familia. Cuando viajamos al extranjero, y me refiero concretamente a Europa, uno se acostumbra rápido. Te levantas pronto y el día rinde más; comes a la hora, cenas igualmente a la hora y cuando al final paseas por las calles de la ciudad puedes ver ya cenadas a las familias reunidas.

Simplificando, a finales de este mes de octubre, concretamente el último domingo del mes, oficialmente deberá retrasarse la hora para volver al llamado horario de invierno. La solución por tanto nos viene fácil: después de este retraso de hora del próximo día 27, con respecto al sol solamente llevaremos una hora de adelanto; en la próxima primavera (mes de marzo) no se cambia y en octubre de 2014 se retrasa de nuevo y ya no se toca más. De esta forma nos situaremos en la hora solar definitivamente. Y todos felices.

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