A la Residencia Palacio de Leceñes
Es muy duro ver cómo en apenas dos meses la madre de uno se va poco a poco apagando para que irremediablemente acabe falleciendo. No hay nada ni nadie que en esos momentos alivien la pena ni el dolor. Pero cuando ya el tiempo va cerrando muy poquito a poco las heridas y se vuelve la vista atrás uno se da cuenta de que gracias a unas maravillosas personas en un magnífico lugar, los últimos instantes que vivió nuestra madre no podrían haber sido mejores.
No vamos a detallar lo bonito que es el lugar porque para eso hay fotos que lo muestran y una puerta abierta a quien quiera conocerlo.
Así pues, con estas líneas queremos agradecer a la residencia Palacio de Leceñes todo , absolutamente todo lo que han hecho por nuestra madre en los pocos días que pasó en este lugar, y de cuya hermosura se contagian los corazones de las personas y grandísimos profesionales que allí trabajan y dirigen. En esa breve estancia se respiró cariño y tranquilidad de todos y cada uno de ellos, desde los dueños, enfermeros auxiliares, personal de cocina, de oficina, de limpieza No podemos nombrarlos a todos, pues sería un error garrafal olvidarnos de alguno.
Gracias, gracias infinitas a todos por hacer que en ese lugar se pierda el concepto de residencia para convertirlo en hogar.
Gracias, gracias infinitas por hacernos ver en momentos tan duros que en este mundo sigue habiendo gente buena y llena de humanidad.
Gracias, gracias infinitas por hacer que nuestra madre, para siempre vuestra Conchita, nunca sintiera que se estaba despidiendo de este mundo y que, en lugar de eso, le insuflárais un poquito más de vida.
Y gracias, gracias infinitas por tratarnos a nosotras, sus hijas, como parte de esa gran familia que formáis, porque cuidarnos y preocuparos por nosotras en nuestro sufrimiento no era trabajo vuestro y, aun así, lo hicisteis.
Esperamos que en esta vida se cumpla el dicho de que cada uno recibe lo que da, pues a vosotros os llegaran grandes momentos, porque simplemente os merecéis lo mejor. Además seguro que desde allá arriba, Conchita os echará siempre un cable.
Tere y Merce, hijas de Conchita Fernández de Carbayín Alto
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