No todos los robos son iguales en Pravia
Con fecha 21 de febrero de 2009 se publica en este mismo periódico una noticia acerca del robo en el Ayuntamiento de Pravia, por medio de la cual el señor alcalde agradece la actuación policial mediante la cual se detiene a los sospechosos del robo de unos teléfonos móviles, un ordenador portátil y una cámara.
Al leer esta noticia, mi sentimiento fue de estupefacción, en primer lugar, y después me invadió un sentimiento de profunda tristeza y me sentí un ciudadano de tercera categoría; en seguida me di cuenta de toda esta comedia mediática y de esta rapidez y facilidad para la detención de unos individuos en un robo en el que la suma económica es irrisoria; pero el lugar, claro, es más importante; salir en la foto también, y el trabajo de la Guardia Civil, encomiable. Viendo esto cualquiera pensaría que vivimos en un país idílico.
Les cuento para que me entiendan: en nuestra casa familiar de fin de semana, situada en Inclán (Pravia), se produce un robo el día 13 de junio de 2008, en el cual se sustrae un quad, un home cinema, un reproductor de DVD y una televisión, valorados en más de 7.000 euros, y se denuncia el citado robo; se personan en el lugar de los hechos la Guardia Civil y Policía judicial; se da con la identidad del ladrón, drogadicto del concejo, cuyas iniciales son S. V. y que vive con personas de etnia gitana en las casas sociales del concejo. Tiene varias denuncias y no se le puede detener porque la Policía no puede hacer nada, al ser el juez el que tiene que dictar la orden.
Y esto no acaba aquí, porque en febrero de este año se produce un segundo robo: una lavadora, freidora, plancha, home cinema, televisión, horno, microondas, cámara de fotos... todo ello valorado en más de 3.000 euros, y perpetuado presuntamente por las mismas personas, y nos dice la Guardia Civil que no se puede hacer nada.
Juzguen ustedes mismos. Quiero felicitar al señor alcalde porque las autoridades resolvieron su caso con una prontitud encomiable, y espero que nos digan qué tenemos que hacer unos ciudadanos de segunda como nosotros, que pagamos nuestros impuestos, veamos cómo nuestros casos se resuelven tan fácilmente como los suyos.
Qué triste es vivir en un país así: les dan viviendas a los gitanos, una paga, ropa, comida y libros gratis; nos roban a los contribuyentes y, por lo visto, ellos no tienen que acatar la ley: sólo nosotros.
¡Hasta el próximo robo! Les saluda atentamente,
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