Al vicerrector de Extensión Universitaria y Comunicación
Leo en el artículo titulado «La Universidad baja la voz» de LA NUEVA ESPAÑA el pasado 3 de octubre, unas declaraciones suyas justificando el recorte del 60 por ciento al próximo director del Coro Universitario de Oviedo en las que, entre otras cosas, manifiesta: «En las épocas de bonanza se podían hacer grandes viajes que ahora son inviables»; palabras de las que cualquiera deduce que antes la Universidad se volcaba con su coro para que no le faltase de nada pero que ahora eso no es posible por la crisis generalizada que padece la nación.
Dado que se está refiriendo a los viajes del Coro en 1981 a EE UU y México y de 1983 nuevamente a EE UU, puesto que no hubo otros más importantes ni con más éxito en todos los órdenes, me pregunto: ¿acaso, por su boca, la Universidad de Oviedo se atribuye haber organizado y costeado aquellas giras?
Señor mío: ¿cómo puede tener la desfachatez de hacer semejante afirmación, que es falsa de toda falsedad? Apena ver que el vicerrector de Extensión Universitaria de la Universidad de Oviedo, mi Universidad, desconoce por completo la historia del estamento que más brillo artístico le haya dado nunca, y perdóneseme la posible arrogancia, pero así ha sido; ni más ni menos.
Solamente en esos dos viajes el Coro cantó, entre otros lugares, en la Universidad Autónoma de México, en el Auditorio de la ONU, en la Universidad de Maryland, en la Universidad de Georgetwon (cuando aquí era una desconocida siendo la quinta de los EE UU), en la Universidad de Harvard, dos veces en la catedral de San Patricio y en el Lincoln Center (siendo el primer coro español que lo hizo en lo que se considera una de las cimas musicales del mundo; antes, incluso, que el gran Orfeón Donostiarra).
Tras nuestro paso por el Lincoln Center sepa, señor vicerrector, que con el laconismo que caracteriza a la crítica artística estadounidense, que santifica o condena con una sola frase, el «New York Times» dijo del Coro: «Absolutely first class». Y ¿qué unía a estos universitarios?, sencillamente: hacer música por amor al Arte (así, con mayúsculas).
Estas giras y las anteriores a Alemania, Italia, Francia o Portugal en todo momento tuvieron lugar bajo la dirección del maestro Luis Gutiérrez Arias, de quien tantas veces se olvida la gran labor musical que llevó a cabo con estas setenta voces universitarias. ¡Qué frágil es la memoria, y así se escribe la Historia!, señor vicerrector.
Pues bien, ¿sabe usted qué presupuesto tenía la Universidad de Oviedo para el coro que llevaba de éxito en éxito su nombre por el mundo? Cero pesetas. Salvo el apoyo moral sin condiciones del rector López-Cuesta y cien mil pesetas que «sacaba de las bayetas y escobas o de su propio bolsillo», el resto, hasta siete millones que costó la gira de 1983, con setenta componentes, lo obtuvimos con nuestra ilusión, esfuerzo, trabajo y entusiasmo sin límite, al margen de la Universidad.
De ninguna manera se pueden admitir baladronadas como la que usted ha proferido ofendiendo en lo más hondo a aquel numeroso grupo de universitarios que se dejaban la piel en cada ensayo y en cada concierto de un modo idéntico al de los más conspicuos profesionales; por supuesto, sin ni una sola peseta de por medio y sin que figurase ni un solo nombre propio más que el de la Universidad de Oviedo, que, según sus palabras, aún no se ha enterado de lo que un día tuvo en sus manos.
Qué pena, señor vicerrector.
José Galán Arias
Tenor y ex presidente del Coro Universitario de Oviedo, Oviedo
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