Teverga: «Pueblo ejemplar» de Asturias 2013
Recibí una grata satisfacción cuando fui informado de esta noticia. Era un joven de 20 años cuando llegué a este concejo en el mes de julio de 1948 y me encontré con un pueblo que arrastraba una triste historia de los rescoldos de una dura y sangrienta represión como consecuencia de la Guerra Civil. Ya en mis libros dejo constancia de todo ello y por tal motivo no lo dejo reflejado aquí. A los tres meses de haber tomado contacto con las inquietudes que aprecié en mis compañeros de trabajo que arrancaban desde el fondo de la oscuridad y de los agrios sinsabores del minero, fue entonces cuando me propuse recorrer los 43 pueblos que dan vida a este bonito concejo tevergano, para tomar contacto con sus gentes.
En los tres valles que conforman este concejo son Valdesampedro, Valdesantibáñez, Valdecárzana pude apreciar la diferencia en el trato de sus vecinos y a la vez su relato –en general era prudente y serio– y me pude dar cuenta de que me encontraba ante un pueblo sufrido, trabajador y honrado a carta cabal. No aprecié en ellos la ira del odio después de haber sufrido tanto dolor creado por la feroz represión, y este hecho resultó muy importante para mí. A los 21 años comencé a dirigir al personal en el fondo de la mina como vigilante de arranque y deshulle del carbón en mina Manolo. A los 25 me puse al frente como encargado general de la empresa Bienvenida II situada en lo alto del puerto de Ventana, aquí presté servicios hasta mi jubilación en 1984.
Una vez ya jubilado, me propuso el grupo municipal del PSOE de este concejo que representaba como alcalde Ramón Argüelles, ya fallecido, para ser el segundo concejal de aquella legislatura; propuesta que acepté, y esta circunstancia me facilitó la ocasión para continuar en contacto con este pueblo y en un servicio tan diferente como puede ser dirigir una empresa minera y la gestión municipal de un Ayuntamiento. Todos estos trabajos me facilitaron estar en contacto con este concejo más de 45 años y relacionarme directamente con las gentes de este pueblo. Esto me permite afirmar que el tevergano siente y lleva en el alma a su tierra con orgullo y afecto.
Hay dos hombres de este concejo tevergano a los que les debo un profundo agradecimiento por su comportamiento hacia mí. Uno de ellos fue Gonzalo Blanco, «Chalo», ya fallecido hace años. A este hombre le debo tanto como que salvó mi vida, en unos momentos muy aciagos de nuestra historia (corría el año 1952). Y el segundo es Celso Peyroux, al que conocí desde niño y después nos unieron unos afectos que perduran en el tiempo.
Queridos teverganos, a todos vosotros me dirijo para daros las gracias por vuestra generosa acogida. Ya sé que sabréis llevar con dignidad este reconocimiento que tanto dignifica a los pueblos que lo reciben.
Nicanor Rozada
La Paré, Santa Bárbara
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