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Ositos, lobitos, perritos y verracos

16 de Octubre del 2013 - José Viñas García (Oviedo)

Ustedes, todos los que se hicieron defensores de los animales salvajes por un viaje de ocio a África, o por verlo en documentales de la dos; quizás no caen en un dato, que estos montes no están preparados para recuperar esa especie (Oso) tan amada por ustedes. Cada animalito necesita un espacio, un entorno y que en él se den circunstancias de supervivencia de la especie, como otros animales, o plantas especiales que quizás no existan para su comida diaria. Luego claro, viene la discrepancia con los que defendemos a las personas por encima de cualquier animal, imaginemos que el entorno, lo tienen estudiado, y es ideal; pero para ello necesitarían que las personas de los pueblos, que usan desde tiempos inmemoriales esos montes y sus alrededores, desaparecieran, cosa que para ustedes sería una alegría; ya que si a los osos les causa un trastorno un carrera pedestre de un día ¿que no pensaran ustedes de los vecinos cercanos? Resumiendo: Si quieren Ositos, llévenlos para el parque de su recinto en la ciudad, o métanselos en casa, pero dejen de causar miedos, pérdidas de tiempo y económicas a los de los pueblos.

Si con el Oso, el problema es que en varias zonas de Asturias, son incapaces de procrear y multiplicarse la especie, es más, desaparecen más de los previstos por muerte natural, quizás por el entorno, que no es el deseado por las circunstancias que sea con el lobo y el Jabalí, es la superpoblación la que causa estragos en la ganadería y campos de los vecinos de los pueblos. Siempre se hicieron cacerías reguladas y controladas para no dejar multiplicarse a tales criaturas hasta hacer imposible la vida diaria de las gentes del lugar. Pero ustedes con la complacencia de nuestras autoridades dejan que todo bicho campe a sus anchas por toda la geografía causando años, accidentes y contratiempos a las personas que les importamos un pimiento. Llegan a ser tan sobradas estas especies que se adentran en las autopistas y carreteras causando accidentes con demasiada frecuencia, se pasean por la ciudad como cerdos callejeros de antaño destruyendo cosechas, prados y jardines. Lo de los lobos es de libro, los mismos que defienden a estos bichitos salvajes, no les importa que se coman y despellejen ovejas y terneros causando pérdidas económicas ¡y porque no! daños afectivos, ya que si a ustedes aman a los lobos, los ganaderos también aman a sus animales domésticos, para que sus bichos se los coman por amor al arte.

La hipocresía en todo esto, es que quien defiende a estos animales, no les importa matar y comerse otros ¿Por qué matan las ratas de las alcantarillas de su ciudad? Déjenlas vivir y propagarse, tienen el mismo derecho que sus ositos, lobitos y cerditos. Las autoridades deben dejar claro ante estos intransigentes, que los derechos de las personas están por encima de las de cualquier animal, y que éstos están siempre al servicio de las personas.

Tal parece que tengo algo en contra de los animales, nada más lejos de la realidad, estoy en contra de los que defienden su prevalencia a la raza humana, ya que si por ellos fuera, de esta última, solo quedarían ellos.

No sé qué les pasa a los humanos en los últimos tiempos, se hicieron defensores a ultranza de bichos, se dejan acompañar y aman en exceso a sus mascotas, las pasean con tal cariño que llega a fundirse un animal con el otro. La confusión llega al extremo de plantearse seriamente quien elevó o rebajó el nivel de su intelecto ¿el racional o el irracional? Como el perrito no puede humanizarse, se interpreta fácilmente que lo humano pierde en este caso consistencia. Al mismo tiempo apartan a padres y abuelos en residencias en espera de un paseo y un cariño como el que le dan a su perrito, ellos siguen su camino descendente y decadente hacia el compadreo con lo irracional. Sospecho que quien llega amar a su perrito por encima de las personas de su entorno, es por algún problema de relación personal con sus iguales; les es más sencillo amar a quién le obedece sin rechistar, que a quien le plantea controversias y discrepancias lógicas entre seres que reflexionan.

Sin pretender dañar nadie, prefiero intercambiar, aprender y disputar mis limitaciones y miserias con seres racionales y superiores; que rebajarme a las cloacas en busca de mi complacencia estrambótica.

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