Tras las elecciones, impuestos
El Gobierno, además de haber tardado mucho tiempo en reconocer que la crisis económica ya estaba dentro de nuestras fronteras, en la actualidad, por conveniencia propia, sigue calculando como le interesa las repercusiones que está teniendo la misma.
Una y otra vez revisa las previsiones económicas y siempre dan más en negativo. Tira de talonario para sofocar el incendio y cuando vislumbra que el dinero no alcanza, y que el déficit va por las alturas, recurre a la socorrida subida de impuestos. En este reciente caso han sido hidrocarburos y tabaco, con efectos inmediatos.
Evidentemente, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero quiere invertir para pelear contra la crisis y ayudar a los parados, para lo que obviamente necesita dinero.Y para obtenerlo, se ha decantado por elevar ciertos impuestos indirectos, precisamente unos de los que en mayor medida dañan a las familias con rentas más bajas.
A falta de pocas fechas para el inicio de las vacaciones de verano, los españoles nos topamos con que tenemos que pagar más por la gasolina en nuestros desplazamientos. Y para los fumadores, además, el disfrute de unos cigarrillos durante el ocio estival será caro. Como el Gobierno va a obtener una sustanciosa y rápida recaudación por estos conceptos, estoy convencido de que no se va a limitar únicamente a estos dos citados impuestos.
Ante todo ello, no puedo menos que sumarme a los millones de españoles que piensan que Zapatero lo está haciendo mal. Y en algunos aspectos, bastante mal. Acaba de invertir una millonada en el famoso Plan E para los ayuntamientos (a cargo del erario público, claro), ¿y para qué?. Pues sencillamente para que antes de las elecciones europeas del pasado día 7, se haya podido contabilizar veinte mil parados menos y así poder vendernos la ilusionante burra de los brotes verdes, de una cierta luz al final del túnel y otra serie de sandeces de igual o parecido jaez.
No, todavía no podemos aflojarnos el cinturón, pues según la Unión Europea, en España hay recesión para largo. Lo único ligeramente consolador en tan mustio panorama, es que, según recientes declaraciones del ministro de Trabajo, las pensiones del extenso mundo del jubilado, están fuera de peligro y garantizadas durante los próximos quince años. Sigamos, pues, teniendo fe y esperanza.
Porque, además, tengo para mí que los brotes verdes que desde hace un mes viene atisbando la vicepresidenta económica, Elena Salgado, son simplemente yerbajos.
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