El futuro de Central Lechera Asturiana, S.A.T. en el aire
Hace unos días nos hemos desayunado con una noticia que ha superado nuestra capacidad de asombro. Nos estamos refiriendo a las declaraciones realizadas por Bertino Velasco, presidente saliente de Central Lechera Asturiana, S.A.T. y candidato a la reelección.
Sin ninguna vergüenza se atreve a manifestar que si sale elegido presidente, revisará con Bongrain el contrato de marca aprobado en el consejo de administración de Capsa de septiembre del pasado año, tras un largo proceso negociador, en la que los demás accionistas mostraron una muy escasa o nula, en el caso de los franceses, voluntad de acuerdo, por más que los representantes de la S. A.T. se hayan esforzado en lograrlo sobre la base de una valoración justa a precio de mercado avalada por el informe pericial que han aportado a la mesa de negociación.
Este contrato, aparte de restablecer una relación de equidad entre las partes, que faltaba en el contrato inicial, en virtud de la cual Capsa debe abonar a la S.A.T. una cantidad en concepto de canon mucho más razonable que la contemplada en el anterior, supone para los ganaderos, dueños de Clas, un alivio muy importante de su situación económica, más de tres millones y medio de euros anuales de revalorización, sin los cuales no se hubiera podido mantener el precio de la leche en el último año y todo sin menoscabo alguno para el futuro de Capsa, por más que de manera malintencionada se afanen en asegurar los demás accionistas.
Con todo y con eso, desde el primer momento, Bertino Velasco, cual fiel escudero de Bongrain y de Pedro Astals de quien fue gran valedor hasta el final, ha mostrado su contrariedad por esa revalorización del canon de marca, alineándose con los postulados de los demás accionistas, olvidando que está representando a los socios ganaderos que le nombraron presidente, hasta el punto de haber sido él personalmente quien encargó y ordenó pagar el informe BDO, utilizado por Bongrain como prueba en contra del canon aprobado por los representantes de la S.A.T., tal como se publicó y hemos podido comprobar quienes asistimos a la vista del juicio.
No contento con eso, ahora se descuelga diciendo que va a revisar dicho contrato, pasando olímpicamente de los acuerdos en su día tomados por la junta rectora de la S.A.T., por la asamblea general de ésta refrendando aquéllos, por el consejo de administración de Capsa, acuerdos en los que él mismo, mal que le pese, ha votado a favor y, encima, faltando también al más elemental respeto debido al órgano judicial donde se sustanció el procedimiento judicial promovido por Bongrain, no esperando siquiera a que la sentencia sea dictada y desconociendo por tanto el fallo.
Al parecer, su gran preocupación es que los demás accionistas estén contentos, algo siempre deseable, pero nunca a costa de los intereses legítimos del socio mayoritario, los ganaderos de Clas. Ha sido Bongrain quien, desde la intransigencia, ha judicializado el asunto y, sin embargo, Bertino Velasco se esfuerza en demostrar que la culpa ha sido de la S.A.T. ¡El mundo al revés…!
Tampoco nos pasa desapercibida la frase puesta en boca suya publicada recientemente según la cual es preciso flexibilizar la S.A.T. y Capsa para adaptarlas a los nuevos tiempos. ¿Acaso está pensando en resucitar su viejo Plan Velasco (conversión de la S.A.T. en S.L. o S.A. y pérdida del control por los ganaderos)...?
Estamos pues ante pruebas, entre otras muchas que se podrían citar, a través de las cuales se demuestra una vez más quién es el candidato Bertino Velasco y de cómo entiende él la representación de los ganaderos que le pusieron ahí para defenderles y no para apoyar intereses inconfesables en su contra.
Sirva este modesto comentario de reflexión para que, tomando buena nota de ello, cada uno de los ciento once compromisarios que el próximo día 26 de noviembre vamos a votar para elegir presidente y cinco vocales de la junta rectora actuemos en consecuencia negando el apoyo a quien tanto daño está causando a nuestra sociedad y así poder mirar a la cara a los socios sin ponernos colorados por un mal uso de la delegación de voto que nos han dado.
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