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El vial de la discordia

23 de Octubre del 2013 - Paco Domínguez (Avilés)

A buenas horas mangas verdes. Cuando todas las arcas pequeñas, medianas y grandes, están colonizadas por las arañas y el lobo enseña las orejas en forma de ácido sulfúrico, a Varela y su otro yo, Teófilo Rodríguez, les entra la canguela y bajan la cerviz. Claman en el desierto de la discordia por la unidad de acción política.

Quiero recordar, aquí y ahora, que quien se pronunció públicamente y en primer lugar por la solución del túnel bajo la ría fue el enemigo íntimo de la diputada Maniega, Raimundo Abando. Eran tiempos en los que la Autoridad Portuaria empleaba la jornada laboral de forma creativa; comprometido su titular con la villa y pueblo de Avilés y no en hacer política de cabildeo arte costumbrista entre el socialismo local cuyo mayor virtuoso fue azote de Javier Fernández y barriga agradecida del arecismo ramplón: hablamos del locuaz Manuel Ponga Santamarta.

La idea, expuesta en su día por el propio autor, trata de dar solución a los tráficos portuarios originados en ambos márgenes de la ría, al tiempo que construye una alternativa ideal para el soterramiento de la línea aérea de alta tensión que la cruza. Enseguida comenzaron los dinamiteros de la racionalidad a colocar sus propias cargas de profundidad sobre el proyecto. No se les había ocurrido a ellos. ¿Pero cómo las hijas de Zeus van a inspirar la cerrazón de mentes empobrecidas por la acción exclusiva de la intriga política cuya finalidad es mantener el salario público?

Teófilo Rodríguez, estudioso de la geología subacuática y las ciencias económicas, argumenta en favor de la chequera de procedencia socialista apoyado para la ocasión en estudios científicos sobre la dinámica de fluidos: la morfología del terreno no soporta la presión de las aguas y hace inviable la perforación submarina. Y se queda tan pancho; así como es él.

En cambio, Joaquín Aréstegui opta por entorpecer la solución del túnel escudándose en el alto coste del proyecto y que ya había otro en estudio mucho más realista. Lo que subyace en la estrategia del líder popular local es la doble fobia, personal e institucional, declarada sin complejos, hacia Raimundo Abando y el partido político que le había entregado las llaves del puerto. Organización que a día de hoy se encuentra en plena descomposición municipal y de la que el señor Abando se alejó sin apenas levantar la voz.

El caso es que aquí seguimos deshojando la margarita de los viales, ahora en primer plano de actualidad gracias a un inquietante y más que afortunado accidente-incidente.

En esta casa del pueblo avilesino, hasta que no huele el difunto no se habla del entierro. Lo malo de vivir entre el hedor permanente es que al final se hace insensible el sentido del olfato y se desarrolla el estado conformista. Para algunos mensajeros de las ordenanzas partidistas esta es su finalidad política: desarrollar el atrofie social permanente. No hace falta repetir nombres.

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