Inmigración y muerte
Ese triste y doloroso balance de inmigrantes africanos que perecieron ahogados en la costa italiana, a la altura de Malta y la isla de Lampedusa, cuando trataban de cruzar el mar que les separa de la deshumanizada e insolidaria Europa, ha conmovido al mundo. Cientos de muertos, hombres, mujeres y niños, que huían del hambre y la miseria en busca de un mundo mejor. Conmoción, sí, pero en eso quedará la cosa. Mañana ya nadie recordará en Europa a estas víctimas del hambre. Una Europa que, ayer, invadió y colonizó todo el territorio africano, lo explotó y se llevó sus riquezas. Y antes, la esclavitud, el apresamiento de hombres y mujeres, tratados peor que los irracionales, mano de obra gratis y sacrificada para las colonias de ultramar.
Y hoy, los descendientes de aquellos colonos expoliadores se lamentan de esta trágica inmigración, con lágrimas de cocodrilo. Hipocresía, falsedad y deshumanización en los países europeos –Inglaterra, botón de muestra– que dominaron y se enriquecieron en África, explotando a sus gentes y sus tierras, y que son los mayores responsables de esta dramática inmigración, al no dejarles los medios necesarios para subsistir, prepararlos y dotarlos de la maquinaria que se precisa para roturar y cultivar sus fértiles y ricas tierras. Pues bien, si como era obligado no se hizo esto entonces, hágase ahora, con largueza y generosidad. Que se vuelque Europa sobre esos pueblos africanos asolados por la miseria y la hambruna y, con ello, se resolverá el angustioso problema de la inmigración, del que tanto nos lamentamos, tragedia diaria que está costando tantos muertos, tantas vidas inocentes y desamparadas.
Que el trágico naufragio en la costa italiana, además de conmovernos, sirva para que Europa –las mayores naciones colonizadoras– despierte de su letargo insolidario y egoísta, y se acabe con el hambre y la miseria que asuelan el continente africano. Esto o acoger a esa hambrienta inmigración con todas las consecuencias, porque el mundo es de todos, y todos somos hijos de Dios.
Ricardo Luis Arias
Aller
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