Mi agradecimiento a la Unidad de Diálisis Peritoneal del HUCA
Cuando el domingo 20 de octubre ojeé las páginas de LA NUEVA ESPAÑA, sentí una emoción que me embargó. No tenía puestas las gafas de leer, pero inmediatamente la foto del equipo de diálisis peritoneal llamó mi atención. Claro, eché en falta rápidamente algunas caras, especialmente una, pero, bueno, trataré de contar un poco las cosas por orden, porque escribir no es lo mío.
Soy un enfermo renal que, seguro que como muchos otros, ha sufrido mucho e hizo sufrir a mi a mi familia y amigos/as de los que estoy muy orgulloso y que están ahí aunque sean las tres de la madrugada para darme ese ánimo antes de entrar al quirófano, para pasar a verme muchos días por la tarde cuando regresan cansados de trabajar y se sientan pacientemente conmigo, para traerme esos pastelinos, esa tarta de queso casera, ese pescadín fresco... y otros caprichinos que son muchos para enumerar y que agradezco de corazón. Tengo que agradecer muy especialmente a un amigo que cuidó y cuida de mí con profesionalidad –pero sobre todo como un hermano– al que nunca podré pagar todo lo que le debo, pues fue y sigue siendo mi ángel de la guarda, aunque aquí y ahora no debo citarlo.
Durante un año y medio aproximadamente fui tratado en la unidad de diálisis peritoneal del HUCA. Podría buscar todos los adjetivos del Diccionario y alguno más para calificar todo lo bien que en esta unidad fui atendido por todos, desde los doctores C. Rodríguez y E. Sánchez, excepcionales profesionales pero mejores seres humanos, hasta todo el equipo de enfermería que resuelven tus dudas, te atienden sin una mala cara, con cita o sin ella, tanto personal como telefónicamente. Podría hablar de todos maravillas, pero por ser breve destacaría la dulzura de Bea, la resolución de Isabel, la sonrisa de Mónica, la dispuesta y servicial Quintana y así de todos... Capítulo aparte merece para mí mi enfermero de referencia Miguel... quiero decir don Miguel; él nos enseñó a mí y a mi mujer el manejo tanto de la diálisis manual como el de la cicladora; pero sobre todo tiró de mí cuando estuve mal. La enfermedad no es fácil y a mí las cosas, al principio, se me pusieron muy difíciles pues el implante del catéter primero no salió bien y las cosas se complicaron.
Hace un mes que estoy trasplantado y aprovecho también estas líneas para agradecer a esas familias un gesto tan altruista como es la donación.
De corazón, gracias, mil gracias, a todos los que formáis esa maravillosa unidad.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo