Oviedo y las peregrinaciones

El conocimiento de los datos objetivos, la consideración de los números que informan fríamente de las realidades que acontecen en nuestro entorno, parece que confieren fuertes dosis de razón a quienes ven en el llamado «turismo religioso» una buena opción para contribuir en la medida correspondiente, dados los activos de los que disponemos, al despegue cultural y económico de nuestra ciudad.

Me refiero concretamente a la polémica suscitada últimamente con la idea de crear un museo de las reliquias, museo de las peregrinaciones o casa del peregrino en el degradado solar de la calle de Santa Ana, en el lugar antaño conocido como los Cuatro Cantones, donde la entrañable calle se une con las de Solazoque (San Antonio), Ferrería (Mon) y Canóniga y que en los años de nuestra niñez ocupaba, entre otros la cerería de Nicanor, en la que nos surtíamos de banzones y «restallones» para nuestras correrías infantiles.

El destartalado y sucio aspecto que presenta desde hace ya demasiados años, con la fachada del edificio que albergó la imprenta diocesana sujeta por una ruinosa estructura metálica y de hormigón, justo enfrente del noble palacio barroco de Velarde ha de extrañar, sin duda, a cuantos nos visitan y hacerlos llevar un concepto no demasiado bueno de la capacidad de la ciudad para mantener su histórico casco urbano.

Como es sabido, el proyecto no es, ni mucho menos, el primero que se maneja para el lugar, y quizás, como sucedió o sucede con tantos otros espacios de la ciudad, se quede en nada, perdido en la maraña de «dimes y diretes» políticos, entre propuestas de los que gobiernan y trabas de los que se oponen por sistema, simplemente porque la idea viene del adversario.

Es más que probable que el tiempo siga pasando en vano y no llegue a ser realidad ni tan siquiera la recomendación que uno de estos pasados días urgía el buen amigo Alberto Polledo en una de sus sabrosas conversaciones en el Campo de San Francisco con Alfonso Iglesias, publicada en su artículo de LA NUEVA ESPAÑA. Escribía Alberto: «... mas de lo que realmente urge, limpiar de (con perdón) mierda su entorno maloliente, nada de nada».

Sería un verdadero desastre que esta situación se eternizase, para dar testimonio de nuestra incapacidad para el acuerdo sensato y el progreso.

En el mismo diario, el pasado día 8 de septiembre, el Alcalde, en un largo articulo (quizás al rebufo del indudable éxito de la reciente exposición sobre la Sábana Santa y el Santo Sudario de Oviedo) calificaba el proyecto de «apuesta irrenunciable» y manejaba conceptos y razones de todos conocidos pero también por muchos olvidados y menospreciados.

Se hacía eco el señor Caunedo de la sensibilidad del Arzobispo para «intentar restituir a Oviedo en el camino y la tradición de los peregrinos» y el apoyo que don Jesús mostraba a esta idea, algo que me parece importante e imprescindible. No puedo menos que recordar las numerosas ocasiones en que, desde la Asociación Astur-Leonesa de Amigos del Camino de Santiago, indicamos la posibilidad de que la Catedral tuviese de manera regular alguna fórmula de acogida especial para los numerosos peregrinos que siguen llegando a la ciudad, sin que durante bastante tiempo se nos tomase demasiado en serio. Ahora, al menos, ya se dispone de un sencillo documento en el que acredita la finalización de la peregrinación y el deán da la bienvenida al peregrino.

Otras fuertes consideraciones de carácter histórico religioso manejaba el Alcalde para colocar sobre profundos y vigorosos cimientos su propuesta. Recuerda, como no podía ser menos, la egregia figura del monarca asturiano Alfonso II, la Cámara Santa, la importantísima colección de reliquias que en ella se guardan y la enorme trascendencia que las peregrinaciones para visitarlas y venerarlas tuvieron en el desarrollo urbano del Oviedo medieval.

Argumentos todos ellos que la Asociación Astur-Leonesa esgrimía desde hace bastante años, para sostener que Oviedo necesitaba un albergue de peregrinos acorde con su condición de «primogénita» en el movimiento jacobeo. Cuando ya proponía, entre otros, como lugar idóneo para tal fin, la posibilidad de adecuar una parte del monasterio de San Pelayo, siempre era acogida esta propuesta como una utopía imposible. Parece que, según las informaciones aparecidas recientemente en la prensa, la posibilidad ya no resulta tan inalcanzable.

Como decía al principio, pienso que los datos son elocuentes. Basta echar un vistazo al adelanto de la estadística de ocupación del albergue municipal de peregrinos que gestiona por acuerdo con el Ayuntamiento la Asociación Astur-Leonesa, referidos al 30 de septiembre de este años:

El número total de peregrinos que pernoctaron en el albergue asciende a 3.733, un número ligeramente superior al del año 2012. De ellos 2.387 fueron hombres, y 1.346, mujeres.

El albergue estuvo completo durante cinco días del mes de julio, quince del de agosto y dos de septiembre, alcanzando la cifra de 212 las personas que tuvieron que ser derivadas a otros establecimientos convencionales de hostelería.

Una de las notas más características de este año es que, por primera vez, el número de extranjeros superó ligeramente al de españoles. Fueron 1.863 los nacionales y 1.870 los extranjeros, llegando a 55 las nacionalidades de procedencia.

Por otra parte, es de notar que Oviedo es elegido como punto de comienzo de su camino por un número considerable de peregrinos, que alcanzan la cifra de 1.944 y que de todos los que pasaron por el albergue la mayoría (2.997) fueron hacia Compostela siguiendo el camino primitivo.

He de resaltar que todos estos datos son absolutamente fiables y están perfectamente documentados, con nombres y apellidos, en los libros de registro y, sobre todo, que se refieren únicamente a los viajeros, a pie o en bicicleta, que pernoctaron en el albergue. Porque a pesar de que no cuento con datos, todo me hace pensar que el número de quienes pasaron por Oviedo y utilizaron otros establecimientos es sensiblemente mayor, ya que muchos de los que comienzan su camino en Oviedo, conocedores de la posibilidad de no encontrar sitio en el albergue, llegan a la ciudad con la correspondiente reserva en algún hotel u hostal.

Para esta afirmación me baso en el número de consultas telefónicas y correos electrónicos contestados por medio de la página web de la asociación, que durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre ha acumulado 43.196 visitas, lo que supone una media diaria de más de 350.

Creo que estos sencillos datos, que no son más que una pequeña parte de lo que puede suponer para Asturias y para Oviedo el turismo conocido ahora como «religioso», avalan la «apuesta irrenunciable» del Ayuntamiento. Y en cuanto a su trascendencia a escala provincial, no debemos olvidar el dato que, también hace muy pocos días, recordaba Amable Concha en otro artículo de LA NUEVA ESPAÑA: escribir en Google «sudario de Oviedo», supone nada menos que obtener 1.110.000 resultados, lo que debería animar a la Consejería de Cultura del Principado a considerar de interés autonómico el asunto, aun asumiendo que otros ineludibles proyectos como el Museo de Bellas Artes de Asturias precisan la inversión necesaria para que no sigan acumulando interminables retrasos en su finalización.