Racismo
Utilizar la condición étnica o racial de una persona para cuestionar, o directamente atacar, sus ideas tiene una definición muy precisa: racismo; si esa condición de la que algunos se valen para denigrar a alguien es la de pertenecer al pueblo judío, el caso adquiere los tintes de la peor forma del racismo: el antisemitismo (y es la peor, pues nada en la historia de la humanidad ha alcanzado el nivel de horror que supuso ese producto de la judeofobia que se dio en llamar «shoah» –Holocausto–).
En otros países, sin ir más lejos en Alemania, la carta al director que ustedes publicaron en la edición de LA NUEVA ESPAÑA del lunes 21 de octubre, firmada por un tal Octavio González, de Oviedo, y bajo el epígrafe de «A Elena Benarroch», sería objeto de denuncia penal, tanto a su autor como al medio que la publicase, ya que hay leyes muy estrictas que castigan estos comportamientos; en nuestro país también las hay, pero lamentablemente su aplicación podría calificarse cuanto menos de laxa.
Pero, sobre todo, más que indignación (que también), lo que produce la lectura de ese libelo es pena; pena de que en pleno siglo XXI se sigan reproduciendo argumentos del antisemitismo más burdo y reaccionario, que ya creíamos superado, como el de clamar por el «genocidio de los judíos sobre los cananeos, sus mujeres y niños» (sic) o intentar ridiculizar las vestimentas y los aditamentos capilares de una parte del pueblo hebreo; y más triste es que haya un medio de difusión de su diario que se preste a dar pábulo a semejantes barbaridades.
Ustedes se escudarán en que es su criterio, marcado por su línea editorial, el que impera a la hora de la elección de las cartas de los lectores que se publican, de entre las muchas que, imagino, deben recibir, y que si alguien no está de acuerdo con esa línea lo tiene fácil: dejar de adquirir o leer su diario; perfecto, es ni más ni menos lo que un servidor va a hacer a partir de ahora, a no ser que ustedes se dignen, cosa que considero improbable, a pedir perdón por ser portavoces de ideas abiertamente racistas.
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