Rendición
El Gobierno del Partido Popular, como obediente soldado a las órdenes del que fuera en anteriores legislaturas su adversario político, está cumpliendo fielmente su mandato. No importa que aquéllas sean contrarias a los objetivos que prometió cumplir y por los que alcanzó su ansiado puesto de Gobierno de España. Lo importante es hacer todo lo posible para mantener en el engaño a sus votantes, a su partido, a las víctimas del terrorismo, y al país entero para así, de forma más sibilina que el Gobierno anterior, alcanzar los objetivos pactados por Zapatero con los independentistas en general y con ETA en particular. El pasado domingo, sumándose a una concentración de víctimas del terrorismo cuyo objetivo fundamental era, y debiera haber sido, la protesta contra el Gobierno que está permitiendo –amparándose en la falacia del obligado (en su caso parece que automático) cumplimiento de una sentencia del Tribunal de Estrasburgo, sentencia por la que no hicieron nada por evitar– la excarcelación de asesinos etarras. Pero no sólo de éstos, sino que, como daños colaterales, permitirá que otros muchos asesinos y violadores queden en la calle, eso sí, estudiando escrupulosamente caso por caso para que la sociedad se adapte poco a poco a la situación y al verdadero precio de «la paz».
Vamos, que en la manifestación casi sólo faltaban Rajoy, Zapatero, Rubalcaba y Urkullu.
El Gobierno de Rajoy sigue el comportamiento tan conocido del cuco; ya saben, poner huevos en el nido ajeno para que, una vez nacidos sus polluelos, acaben con la nidada legítima y ocupen su lugar. Lo hizo con su propio partido y lo está haciendo con las víctimas del terrorismo. Y las dirigentes de algunas de estas organizaciones, bien por promesas de puestos o subvenciones del poder o bien por rendición ante la situación que se plantea, claudican de su lucha y se suman al coro de vencedores y vencidos asumiendo que los papeles de ambos grupos están invertidos.
En esa línea, el lema de la pancarta de la concentración convocada por la AVT, el discurso de su presidenta exonerando al Gobierno de cualquier responsabilidad, arremetiendo contra entes simplemente instrumentales, y, como muestra terrible de valentía, desear al juzgador señor López Guerra que no volviera a dormir tranquilo en su vida, dicen todo sobre lo que está pasando. Yo, en el lugar del señor Guerra, dormiría muy tranquilamente el resto de mi vida, con la satisfacción de haber cumplido no solamente con mis ideales políticos y profesionales, sino también con el mandato de los que me pusieron en el puesto. Creo que son otros los que no deberían poder conciliar el sueño.
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