Cuando un amigo se va
Hace unos días al hojear este diario me encontré con una dolorosa sorpresa. Había fallecido mi queridísimo amigo Gaspar García-Jove. Pese a que nos encontrábamos con cierta frecuencia, jamás mencionó o siquiera insinuó que estaba enfermo.
Pasada la primera impresión se me vino a la memoria un relato de nuestra madre: «Un indiecito, de camino a su diario trabajo, entraba en la pequeña iglesia de su pueblo y descubriéndose decía: "Señor, aquí está Juan". Y así los trescientos sesenta y cinco días del año, todos los años de su vida. Y un buen día falleció el indiecito y se presentó ante el Señor y dijo: "Señor, aquí está Juan". Y el Señor dijo: "Pasa, amigo Juan, te estaba esperando"». Esto le dirá también a Gaspar.
Hay un poema de Rudyard Kipling titulado «Si...», varios versos del cual le van a Gaspar como anillo al dedo:
«Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
si, al hablar, no exageras lo que sabes o quieres.
Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud;
si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz.
Si todos te reclaman y ninguno te precisa».
Así veía yo a este amigo de la niñez. A mi amigo del alma. En el funeral el celebrante recordaba aquella vieja canción «Cuando un amigo se va algo se rompe en el alma». Y algo se me ha roto a mí.
En fin, queridísimo Gaspar, espero que, cualquier día de estos, nos encontremos.
Manuel Aguadé Nieto
Oviedo
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