La parida de Estrasburgo
Poner en la calle, y con indemnización, a terroristas, violadores, asesinos y pederastas, parida indigna y vergonzosa que se debe a esa «doctrina Parot», aplicada por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Esta disparatada doctrina, 68 años después, nos viene a demostrar que, aplicada también entonces por el tribunal de Nuremberg, todos aquellos criminales nazis habrían sido puestos igualmente en libertad. Hoy son excarcelados los criminales de la banda terrorista ETA, siendo la primera una tal Inés del Río, que, con 24 asesinatos a sus espaldas, es recibida por los suyos con júbilo y bandera. ¿Se puede ir contra esta injusta excarcelación? Creo que sí, pero no hay redaños ni para intentarlo siquiera. Aquí, tragamos lo que nos echen, sin rechistar, en Estrasburgo o Bruselas.
Lo indigno y vergonzoso del caso es que el juez español Luis López Guerra, socialista, fue el que decidió que se dictara tan aberrante sentencia, lo que no nos puede sorprender si tenemos en cuenta que es el «francotirador» que Zapatero envió, en su día, a Estrasburgo. Ello formaba parte de la oculta y taimada negociación que el susodicho se traía con ETA. Que culmina ahora con esta excarcelación, que celebran y festejan, vergonzosa y ostentosamente, sus afines y seguidores, mientras las víctimas del terrorismo, tan poco consideradas hoy, enjugan lágrimas y muestran su indignación –que hace suya la ciudadanía no politizada– ante semejante desprecio e insulto a su dolor. Y es que la sombra siniestra y alargada de Zapatero se sigue proyectando sobre el entramado político carpetovetónico. Gracias a él, los terroristas son puestos en libertad y serán indemnizados por sus crímenes. Demencial. Nada, que vivimos en un mundo de locos, en el que los verdaderamente locos andan sueltos, y los cuerdos encerrados.
Que la cordura vuelva a gobernantes y gobernados. Que unos se arrepientan, y otros perdonen, y pasar página de un presente triste y doloroso, para poder conseguir así unidos y hermanados, sin puñeterías ideológicas, un futuro ilusionado y esperanzador. Y la paz y unidad de España como logro y meta final. Se lo debemos a la historia y a las generaciones que nos sigan.
Ricardo Luis Arias
Aller
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