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Economía a golpe de gas grisú

21 de Noviembre del 2013 - Ángel Lozano Heras (Oviedo)

No hacen más que decirnos por activa y por pasiva que ya ha empezado la recuperación económica del país, que se acabó por fin la dura recesión, que las exportaciones en España se han incrementado en más de 8%, que las empresas extranjeras ya invierten en nuestro país, que el paro ha bajado ligerísimamente este último mes Y que ha aumentado nuestro producto interior bruto (PIB) en un 0,1% en el tercer trimestre. ¡Adiós a las penurias económicas, anunciaban algunos ilusos o interesados, entre ellos, el ministro de Hacienda, Montoro!

Sí, todo eso, de ser cierto y continuado, está muy bien, pero luego resulta que van diciendo bastantes economistas y políticos independientes que sí, que ya estamos en el buen camino, pero que aún no se crean trabajo ni riqueza. Y que esta ilusión de mejora no se ve reflejada en la economía real, en la vida doméstica. Vamos, que nosotros, los españolitos de a pie, no nos enteramos. Solo unas cuantas personas, banqueros y grandes empresarios y grandes fortunas, se favorecerán de esa riqueza que pespunta ahora en España. El dinero no llegará a todos, ni mucho menos. Pasará como con la famosa rebaja del IRPF de la Comunidad de Madrid: solo favorecerá a las rentas más altas, o sea, dicho en román paladino, a los más ricos.

Las asociaciones de empresas familiares no alcanzan a ver tantos brotes verdes como afirman los dirigentes del PP y grandes compañías españolas. La portavoz de la Empresa Familiar prevé poca o ninguna creación de empleo en 2014.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) asevera que España crecerá en 2014 casi cuatro veces menos de lo que dice el Gobierno de Rajoy. Y la directora del FMI exhortaba al Gobierno español a poner el foco en combatir el elevado paro y buscar el crecimiento, de esta manera también se conseguiría que la inversión en España fuera atractiva. El propio ministro de Economía, de Guindos, admitió que la economía española necesita crecer en los próximos años a un ritmo del 2% o el 3% para tener un impacto real en la creación de empleo. Y añadió que España había salido técnicamente de la recesión, «pero no de la crisis». Pues, claro, señor ministro, seguimos teniendo un gran déficit, ésa es una de nuestras grandes lacras. Los datos económicos se dan a los ciudadanos ya cocinados y divididos a golpes del interés electoral. Según datos de Hacienda de 2013, seis de cada diez empresas sufrieron pérdidas que las obligarán a cerrar. Apenas existe consumo, y la inversión pública ha desaparecido (que era uno de los motores del crecimiento). Según datos del propio Ministerio de Educación, la industria cultural sigue en caída libre.

Invertir en España no es rentable, a no ser que se quiera especular y hacer fortuna personal con la marca España; o sea, inversiones de multimillonarios (Eurovegas, blanqueo de dinero chino y ruso en inmobiliarias, etcétera) y acompañadas de grandes réditos bursátiles. Esto es lo que ha ocurrido con la inversión de Bill Gates en la compañía española Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) de la familia Koplowitz. Pretenden poner a España de moda como meca de negocios superrentables, con grandes financiaciones inmobiliarias. El ruido mediático de la noticia, para facilitar pingües operaciones bursátiles paralelas, quizá valga más que los 115 millones de euros de Gates invertidos en FCC. Esta recuperación económica infundada y engañosa será para beneficio de unos pocos, que tienen un apetito voraz por invertir en empresas españolas y bajar sus costes laborales y fiscales, entre otras cosas.

Los recortes, las inútiles reformas laborales, no han servido para nada; solo para generar más pobreza y sufrimiento. Los recortes de Rajoy son una frivolidad porque no son medidas, ni a corto y medio plazo, que busquen solucionar los problemas económicos de todos los españoles. El paro seguirá por encima del 27%, y con un paro juvenil descomunal, más del 56%. La economía real, la nuestra, está por los suelos, subyugada por los intereses pecuniarios de las grandes financieras.

El mundo de los jubilados es peor aún, pues más del 16% de los pensionistas no puede pagar sus medicinas a causa del copago médico.

Esta es la España real que sufre muy a pesar de lo que ha dicho el Príncipe Felipe (qué metedura de pata sus declaraciones): «Insto a la sociedad española a superar el pesimismo, la frustración y la desconfianza que ha dejado la crisis económica y mirar al futuro con ilusión y esperanza. Esa España desmoralizada de la que se nos habla no es la España verdadera».

La España del Príncipe no sé cuál será, pero está muy lejos de lo que la gente vive. Seríamos optimistas si españoles como él dieran más señales de generosidad y apoyo a la recuperación económica del país. O que el Príncipe junto a nuestros políticos hubieran parado los pies y tapado la boca a Dijsselbloem, presidente del eurogrupo de la UE. Este político holandés ha advertido que tendremos que trabajar «más tiempo y más duro», y ha recomendado retrasar nuestra edad de jubilación hasta los 70 años y que coticemos 40 años. Y él que no lo vea, ahí están los neoliberales, los neoconservadores y los falsos y tibios socialdemócratas, dictando doctrina sobre los avances sociales de España en los últimos 30 años.

Desde Llombera de Gordón, en León, la España del dolor se rebela contra tanto recorte de los derechos y de los salarios. La empresa Hullera Vasco Leonesa, propietaria de la mina Pozo Emilio del Valle, había apostado por más productividad a cambio de menos seguridad y más recortes presupuestarios para los mineros. Hace unos días, seis de estos salieron temprano al curro del pozo minero, pero ya no regresaron a casa para comer. El maldito y traicionero gas grisú se los llevó. No dio tiempo al rescate. Los mineros de León, los que murieron, los heridos y sus compañeros que sobrevivieron, venían de sufrir un duro cese laboral, un ERE de esos que ahora les gustan tanto a ciertos empresarios. Y como ya es costumbre, desgraciadamente, retornaron a la actividad por más jornada y menos dinero.

El maldito gas grisú, acelerado con los recortes, hizo volar vidas y economías en la región minera de León.

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