Mayoría absoluta
Cuando oigo decir a la ministra de ¿empleo? Que la reforma de las pensiones es una conquista social de los pensionistas, me entran ganas de coger la mochila e ir hasta el Rocío para pedir que la quiten de donde nunca debieron de ponerla. Ya sé que no es culpa de ella sino del sinvergüenza que la nombró.
Pero otro tanto ocurre con el ratoncito Montoro que va de listo y nos anuncia el final del túnel, que los salarios suben moderadamente o que en Asturias no se invierte más porque hay muchos pensionistas. De ponerse a mear y no echar gota.
Tenemos un rosario (hoy me da por lo religioso) de gobernantes que no se si nos los merecemos, pero desde luego no están a la altura de las circunstancias. Pero lo más indignante es que las encuestas algo cocinadas- siguen dando mayoría relativa al PP con todo lo que está cayendo.
Es como si estuviéramos narcotizados, atravesando un periodo de nuestra pequeñas historia donde en las calles, en las casas, se inhalase un perfume de las bondades que cada viernes el consejo de ministros determina por nuestro bienestar y futuro. ¡Que gran tragedia!
Luego la justificación es que no hay a quien votar. Como si al no votar al PSOE porque nos la armó no nos quedase mas remedio que votar al otro, al PP. ¡Pues no!
Una democracia partidaria permite una amplia representación de partidos, aunque esta ley electoral castigue a los minoritarios (que pena lo de Asturias) que enriquecerían la vida política y evitarían mayorías absolutas que se convierten en dictaduras parlamentarias como la actual.
Claro que sería muy importante cambiar la ley electoral, pero mientras tanto busquemos entre las candidaturas progresistas nuestra alternativa más convincente, para que no se repita otra legislatura como ésta que nos condene por otros cuatro años. Claro que también está la calle y no podemos abandonarla.
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