Faustino, para infamias, las de la sanidad asturiana
El desgobierno de Asturias sigue haciendo aguas por todas partes por mucho que se empeñen algunos en decirnos lo contrario. Me estoy refiriendo a aquellos que deberían velar por la salud de los ciudadanos, no hablo de los profesionales, médicos, enfermeras, técnicos sanitarios, grandes profesionales y mejores personas, hablo de los gestores sanitarios, aquellos que son nombrados para dirigir la intendencia sanitaria, los mismos que deben proporcionar los recursos necesarios a los profesionales para que estos puedan desarrollar con eficacia su labor.
La sanidad no es vendernos la inauguración de un nuevo hospital todos los días durante los últimos cuatro años, no es mostrarnos sólo las mejoras estructurales en un nuevo centro de salud, eso está bien, pero la sanidad con letras mayúsculas comienza por hacer posible que los facultativos dispongan de los medios técnicos y terapéuticos imprescindibles con los cuales realizar un diagnóstico en el menor tiempo posible, poner en manos de los especialistas aquellos recursos que les permitan dar solución a una dolencia. Cuando alguien niega estos recursos, no cumple con el cometido que le fue encomendado; si, además, es advertido y prolonga su actitud en el tiempo, creo que podemos llegar a la conclusión de que está delinquiendo, aunque la fiscalía no se pare a investigarlo y se niegue a reconocerlo.
A lo largo de estos cuatro últimos meses son muchas las indagaciones realizadas, charlas mantenidas con profesionales de la medicina, políticos, periodistas y ciudadanos en general, cartas enviadas para recabar información y apoyos; algunas fueron silenciadas, otras por el contrario son contestadas y aportan algún dato más a mi denuncia. Nadie comprende la situación creada en la sanidad asturiana, mucho menos cómo se puede tener la desfachatez de negar la evidencia ante el Pleno del Parlamento asturiano una y otra vez.
Entre las muchas solicitudes de ayuda, tuve el atrevimiento de dirigir una misiva a la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España, lo hice a sabiendas de que las competencias en Sanidad están transferidas a la comunidad autónoma. Llegué a pensar que no tendría en consideración mis argumentaciones, pues en Asturias el consejero de Sanidad hizo caso omiso a mi denuncia y la fiscalía le dio carpetazo, pero después de dos meses y gracias a la colaboración de algunos políticos del Partido Popular de la vecina Galicia la respuesta llegó de la mano del subdirector general de atención al ciudadano, don Ángel M. Suárez Iglesias.
A continuación, transcribo literalmente la parte del escrito que más nos interesa a todos, la cual espero despeje cualquier duda que pudiera existir. Está fechada en Madrid, 31 de octubre de 2013, y dice así:
"Contacto con usted en respuesta a su escrito, en el que expone la denegación de un medicamento prescrito a su padre, enfermo de cáncer.
Con fecha 9 de diciembre de 2011 se resolvió la inclusión del medicamento Zytiga 250 mgs., 120 comprimidos, en la presentación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud.
Dicho medicamento contiene el principio activo abiraterona, está financiado por tanto únicamente en la indicación:
Tratamiento de cáncer de próstata metastático resistente a la castración en hombres adultos cuya enfermedad ha progresado durante o tras un régimen de quimioterapia basada en docetaxel (post quimioterapia).
Y con esta indicación se debe suministrar a todos los pacientes.
Por último, le significo que la competencia del Estado es decidir sobre la financiación y el precio de un medicamento, pero la gestión de la asistencia sanitaria a los ciudadanos reside en las comunidades autónomas".
Señores, ésta es la sanidad que nos dispensa en Asturias el desgobierno de Javier Fernández de la mano de su consejero de Sanidad, Faustino Blanco González. No me cansaré de decir que no sólo estamos en manos de unos malos gestores y nefastos administrados, sino que, además, tenemos unos políticos que mienten impunemente ante el Pleno del Parlamento asturiano, lo que los convierte en personas de poco fiar y demuestra, una vez más, que las decisiones que toman pueden perjudicar a la vida y la salud de los asturianos.
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