Lo de Lugones, ¡lamentable!
Si hay una localidad de Asturias que haya tenido más desgracia con sus políticos, no cabe la menor duda que ésa es Lugones. Pues cualquiera que haya alcanzado cierta edad, y por ello tenga más recuerdos, no me dejara mentir.
Desde la llegada de la democracia a los municipios, a Lugones sólo le ha tocado, simplemente, lo que las leyes de Régimen Local obligaban en cada momento político a las corporaciones locales, ¡nada más! Y si algo de extraordinario se consiguió, fue gracias a unos ciudadanos que si se merecen ser «Pueblo ejemplar» es por la paciencia infinita que tienen, pues cada día que pasa, cada mes que va y cada año que termina, sólo pueden asistir al espectáculo más incoherente protagonizado por aquellos que les gobiernan. Y ya no importa si el alcalde es de Lugones, si hay dos, cuatro o diez concejales de la localidad, ¡da lo mismo! Lugones no existe más que cada cuatro años para pedirles el voto a cambio de nada. O a todo lo más, a propuestas ambiguas que hacen unos y deshacen los otros.
Dígame alguien si no son unos ciudadanos pacientes cuando ven cómo lo que se denomina en otras localidades como casco antiguo o zona antigua, y se protege, en Lugones, sin embargo, ya ni existe, y lo escaso que queda no está en la mente de ningún político el conservarlo, sino el dejarlo caer sin mayor miramiento. Por eso ya no quedan apenas vestigios del Lugones de hace poco –cincuenta años–. Sus zonas más emblemáticas, como la carretera de la Estación, el Cruce Viejo, la carretera de Gijón y Avilés, la de Viella, Los Peñones, El Castro, El Resbalón, etcétera, etcétera, no merecen la más mínima atención, ni por el cronista oficial u oficioso, que dicen existe en Lugones ni por el Ayuntamiento de Siero, rico y solvente donde los haya.
Rico y solvente porque a sólo una Administración que lo sea se puede permitir el lujo de deshacer lo que se tardo más de cincuenta años en lograr. Y me refiero en este caso (pues existen otros no menos importantes) al Bulevar, de la Avenida de Oviedo y Gijón, aún carretera nacional.
Es tan irracional lo que están haciendo que sólo desde la ignorancia más supina, o desde una mediocridad que raya la ignorancia, pudiera entenderse. ¿Cómo se puede volver a convertir un «Bulevar», otra vez, en una vía de circulación de vehículos? ¿Es que de todos los concejales que hay de Lugones, de todas las asociaciones profesionales que existen, a nadie se le ha ocurrido ¡protestar!? ¿Es que a los de Lugones nos ponen un yugo, otros la guiada y tiramos por el carro sin rechistar? ¡Por Dios, ya está bien! Vale que hayamos tenido que cargar con el Parque, que lo único útil es el nombre y que ahora tienen que prácticamente derruir. Vale que tengamos que seguir inseguros en los bienes privados y en los de dominio público. Vale que seamos un pueblo acogedor, si eso no significa claudicar nunca de lo que somos y adaptarnos todos a la Ley, a la convivencia y al respeto mutuo, y que por ello se pida que nos den un premio. Vale que estemos condenados a estar siempre escasos de parques, cuando es la localidad donde más niños, por suerte, hay. Vale que se ponga zona azul en una calle como Leandro Domínguez, que han pagado los propietarios y vecinos con contribuciones especiales, si no seguiría siendo aún una caleya.
Pero ya que hagan desaparecer el único «Paseo», «Bulevar», o como quieran llamarlo, para convertirlo en paso de vehículos, devolviéndolo a la situación anterior, por ahí no se tiene que pasar. Al menos, quien esto escribe, y, si la prensa tiene a bien su publicación, dejo aquí mi más enérgica protesta y mi apoyo a cuantas iniciativas se propongan para parar esa parte de la obra, por incoherente, innecesaria y que perjudica muy seriamente a los usuarios, volviendo a llenar el centro de Lugones de vehículos. Para llegar a esto nos habríamos ahorrado mucho dinero todos los contribuyentes. Pero queríamos un Bulevar y queremos seguir teniéndolo. Y quien no lo quiera que lo diga.
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