La obsolescencia y el sentido común
Sabemos que se inventó la obsolescencia para que las cosas no duraran eternamente, empezando por una simple bombilla, aunque puedo contar que mi suegra tenía una lavadora que contaba 25 años y estaba perfecta.
En cambio, ahora ocurre todo lo contrario. Nos hemos vuelto locos por un consumismo sin sentido que nos ha llevado a no tener sentido común.
Varios ejemplos que no entiendo: por qué comprar un hilo que rompe al coser, un celo que no pega, un abanico que si se utiliza dura poco, un sombrero de paja que dura un día.
Un día de satisfacción (tente mientras cobro) y al siguiente estás como estabas y tienes que gastar de nuevo.
Estamos haciendo el juego a aquellos que no son profesionales y en el fondo nos están engañando. Un ejemplo: un hilo que cose cuesta 2 euros.
Una cremallera, dependiendo del tamaño, cuesta entre 2 y 3; ¿cómo es posible que un vaquero confeccionado cueste sólo 5? ¿Quién ha hecho ese trabajo, en qué condiciones?
Por mi tienda del Fontán pasan muchos turistas que me demandan producto hecho en España. Pensemos cuánto se podría fabricar aquí y paliar el terrible paro que todos, de alguna manera, sufrimos. Consumamos menos compulsivamente. Lo que no vale nada es caro e inútil o detrás hay mucho dolor y sufrimiento de personas anónimas para nosotros.
Laura Pérez Fernández, tendera del Fontán
Oviedo
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