Hasta cuando...
No se me van a de la memoria dos mandatos nefastos que son al día de hoy permanente tema de vecindario afectado: La Cabana; ¿os suena La Perrera?; gracias a que Mieres del Camín dejara atronicarnos con el tema de aquello que no debiera haber ocurrido;hace tres años y no dos como dicen los implicados municipales.
Dos mandatos sin desperdicio en sus ocurrencias que obligan a dar de nuevo luz pública la vulgaridad cerebral de nuestros representantes, en este tiempo en el cual la población turonesa fue víctima del maltrato y olvido de sus derechos;pero el «Todos a una», septiembre-octubre ha dado sus frutos.
Dos mandatos nefastos en permanente «risitas estereotipadas» y absurdas dejaron patente el retrato del ego político y la estupidez en cada ocasión. De tal forma se fueron apareciedo iconos muy variopintos, y algunos en formas de un elevado traste en una localidad más o menos vecina, tomaron tierra con sus 900.000 euros y no pasó nada que sepamos, salvo que «el jefe espere a la próxima para espetar: ‘Compañeru, de lo tuyo no hay na’».
Así y todo como lo de La Perrera de La Cabana, no lo parió madre. De tal forma nos soplaron un «Plan E» con sus 470.000 euros de una tacada;y no es lo peor pues en ella se incluye el insulto a un poblado que se impuso de buen grado a no soportar ladridos de ida y vuelta alternando su descanso.
Erre que erre, los nefastos mandatarios persistieron obviando al vecindario a presentar querella en el Juzgado, logrando resultado favorable, en tanto el Ayuntamiento con dinero de todos amagó recurso. La orden de «derribo inmediato» fue todo.
Ha pasado el tiempo y al día de hoy se puede contemplar La Perrera y el enorme panel indicativo. «Depósito de animales del Ayuntamiento de Mieres», tal es –mirando por las palabras– mi irreprimible carcajada y me suelto: Torpes; los seres vivos no se depositan; se acogen, se reguardan, se protegen, se alojan, se cuidan, se atienden, se cobijan, etcétera, etcétera, para no empapizados, pues la ignorancia no es mala en sí misma, pero la presunción de no encajarla es de necios y no merece la pena, ya que nos tocaron en suerte políticos ciegos guiando a otros ciegos y es por eso que hace años todos caminamos perdidos;nos queda el consuelo junto a la razón y felices, pues lo que no lograron los políticos lo consiguieron los perros ausentes.
¡Ah! Como Cicerón: «¡Hasta cuando Catalina!», abusaran de nuestra paciencia con políticos ¿iconomaníacos? La Perrera, como los gatos, tiene siete vidas; no más, tampoco menos que el cervantino adiós. Vale.
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