Estado de desecho
Estrasburgo no se parece a Alcasser, ni a Vic, ni a la zona de Avenida Meridiana de Barcelona donde Hipercor saltó en pedazos. Nada en común con esos barrios en que los hijos de trabajadores fueron torturados y asesinados.
Pienso en todas aquellas madres huérfanas de sus seres más queridos y me asalta una mezcla de pena, asco, náusea, tristeza, impotencia, olvido, indiferencia, ridículo, pereza, inercia, apatía, impunidad, desidia, fracaso, ira, odio, maldad y violencia que me va sumiendo cada día que pasa en una especie de inclemencia que me niego a soportar.
Los Magistrados y Jueces, aplicando la Ley, protegen el único reducto en el que los profanos en la materia podemos confiar. Depositamos en ellos la esperanza de que las alimañas irrecuperables cumplan las penas íntegras. Incluso aplicando la sentencia de Estrasburgo afianzan aún más lo que nos queda de confianza en la Justicia. Al fin y al cabo están aplicando la Ley.
Los Legisladores son el problema de raiz. Suprimieron aquellas condenas de "tantos años y un día" para democratizar y modernizar los derechos humanos de los presos. Una imaginaria "ley del péndulo" les llevó a los sucesivos Gobiernos de esta España indolente a propiciar por ejemplo que reclusos no arrepentidos (no nombro su organización terrorista porque vomito...) parasiten el sistema en lujosos centros penitenciarios de diseño como Nanclares de Oca, obteniendo incluso fraudulentos títulos universitarios que, para más ofensa, reducen sus penas.
Que por otra parte, no entiendo por qué se habla de penas en vez de condenas o castigos: La verdadera pena la llevan de por vida las familias de las víctimas grabada en el cerebro a base de bombas-lapas, coches bomba, violaciones y secuestros de 500 días en zulos de 500 por 500 milímetros.
Y mientras se pisotean el dolor, el recuerdo y los derechos humanos de las víctimas, aún no hemos visto por ejemplo a nadie de "Amnistía Internacional" emitir un escueto comunicado condenando esta gran injusticia de la Justicia por la que los verdugos se pasean libres escarbando de nuevo en nuestras heridas.
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