Pequeñeces: el IBI en Oviedo
En la ordenanza 400/2013, aparecida en el BOPA de 5-11-2013 (con plazo de un mes para alegaciones de los vecinos) se establece un recargo del IBI, de un 50%, para los inmuebles de uso residencial que se encuentren desocupados con carácter permanente. Se aplicaría desde el 1-1-2014, y se liquidaría anualmente por el Ayuntamiento, una vez constatada la desocupación del inmueble. Este acuerdo se tomó en Pleno con 3 votos a favor (PSOE, IU) y 7 abstenciones (PP, Foro y concejal no adscrito).
Cabe especular que las abstenciones obedecieran a la preocupación de que votar en contra pudiera parecer antisocial, dado el número de los sin techo tras los lanzamientos por los bancos. Sin embargo, algunos de los abstencionistas ya han señalado la dificultad y el coste de la operación, incluida la prueba de la desocupación. ¿Se incluirán en la norma los pisos vacíos de los bancos?
El domingo encontré, en el mercadillo del Fontán, a un bibliófilo que dijo tener 27.000 libros que guarda en su piso de soltero. ¿Habrá algún inquilino que se avenga a dormir entre las estanterías, y a respirarse los ácaros colindantes? Doy fe que con sólo 9.000 libros, la lucha por el espacio es enconada. Otros, tienen pisos ocupados por muebles, enseres, libros y objetos, que por razones de desahogo, económicas y sentimentales, etcétera, lo consideran necesario.
Para un piso de 80 m.², la sobretasa de IVA puede ser de 250 euros. Tal piso, alquilado por 9 meses a estudiantes podría generar 4.000 euros brutos que pueden quedar en 2.500 líquidos. Y el trabajo y el tiempo para contratar, gestionar y controlar, cobrar, reparar, no son despreciables, además de la preocupación de que, al final, el piso requiera una rehabilitación a fondo o que no te lo paguen. ¿El no alquilar tal piso merece una penalización?
Por otra parte, dado el actual riesgo bancario, que nos va a costar a los sujetos pasivos 30.000 millones, y los bajos tipos de interés en vigor, un piso –ahora depreciado– resulta una mejor inversión a medio plazo que un depósito en el banco o en el calcetín.
Tal vez un piso se mantenga vacío, en previsión de que lo necesite un hijo cuando, por ejemplo, no pueda pagar la hipoteca del suyo.
La ordenanza tiene, salvo mejor opinión, un tufillo electoralista, omite medidas preventivas alternativas, y aquellos matices que pudieran hacerla factible.
En última instancia, ¿cómo se va a constatar la desocupación? Habrá quien haya vuelto al brasero y al candil. Si la ordenanza llega a entrar en vigor, se pueden producir conflictos administrativos y judiciales, gastos públicos y privados, molestias considerables, que serían un paso más en el creciente declinar de las clases medias. ¿Será –por ventura– una medida recaudatoria más?
José María Izquierdo Ruiz
Oviedo
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