Sindicatos en las empresas privadas
Un vigilante de seguridad con contrato fijo en la misma, trabajando noche a noche, con otro compañero conflictivo admitido por la propia empresa, después de dos años seguidos, se enfrentan el primero por cumplir con su cometido y el segundo apoyado por el que paga.
Resultado: el primero ante la incapacidad de cumplir con su cometido y exponerlo a su empresa, ésta decide que es lo que hay y, si no está conforme, que se vaya. Se supone que, para esta empresa, pagando le vale cualquiera.
Puesto en conocimiento del sindicato al que pertenece el trabajador perjudicado, deciden (ya que había denuncias de otros compañeros) ponerlo en conocimiento de la empresa.
Después de seis meses de baja del vigilante, que cumplía con los gastos correspondientes particulares de psiquiatra y psicólogo, y ante la inoperancia del sindicato, se supone que, si protestan, se les terminó la liberación, termina por pedir la baja en la misma.
Y eso, ante el panorama de trabajo que hay en este país, hay que tener valor.
Vivan las empresas privadas y sus acólitos sindicalistas, los que nos piden que vayamos a las manifestaciones mientras ellos son los primeros empresarios de este país.
Omito la empresa y el sindicato, pero cualquiera que pertenezca a este gremio que se dé por «j...».
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