Conclusiones inconclusas
La muerte nos libera de la hipocresía de vivir nuestro propio entierro. Se imaginan: ¡Gracias por venir a mi entierro! ¡no podía esperar menos de ti! O también:¡qué penoso fue haberte conocido! Absurdo, ¿verdad? Si hay algo que mejor ennoblezca a la vida, sin duda, es la propia muerte. Es el momento de dejar de actuar para los demás y hacerlo, única y exclusivamente, para uno mismo. La muerte como el nacimiento, son los dos momentos más intrínsecos de esta realidad irreal. En este tira y afloja con nosotros mismos, existe una fuerza principal que pocas veces notamos: es la suma de la fuerza de todos, la responsable que nos facilita soportar esta explícita hipocresía. En la realidad más real que nos identifica, no nos necesitamos para nada. Venimos y nos vamos solitos. Es lo que, verdaderamente, nos libera de todo lo absurdo de nuestra realidad existencial.
Espero no haberles ayudado en las conclusiones sobre este texto, ya que, no lo necesitan para el último viaje.
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