El menú de los colegios
Los padres de varios colegios públicos de Oviedo están protestando estos días por el menú que les dispensan a sus vástagos. Sin entrar a debatir las particularidades del servicio que les proporciona dichos menús, sí que hay una serie de cuestiones que deberían tenerse en cuenta, tanto por las administraciones regional y local, como por los padres y personal de los centros educativos.
El menú no debe basarse en si les gusta a los niños, tal como algunos padres irresponsables proponen, puesto que si así fuese los niños se alimentarían exclusivamente de bollería, fritangas y bebidas azucaradas. Una alimentación equivocada es la causante de la epidemia de obesidad que se extiende entre los niños y que genera enfermedades más propias de adultos de edad avanzada, además de aumentar el riesgo de padecer enfermedades asociadas a la obesidad, debido al consumo de grasas trans –alimentos elaborados con aceite de palma–, grasas saturadas –carne roja y mantequilla–, y bebidas azucaradas.
Resulta llamativo que la protesta de algunos padres se concentre en que no les dan pasta y que les han retirado la ternera. Si bien la pasta es saludable –hidratos de carbono–, las salsas con las que se aliña no lo son, pues el aceite es saludable crudo, pero al calentarlo ya no lo es tanto. De este modo, Italia, con gran consumo de pasta, muestras las consecuencias de una errónea preparación de la misma; mientras en determinadas regiones la pasta se ofrece de forma ligera, y por tanto saludable, en Bolonia se riega con abundante salsa, lo que ha hecho proverbial el dicho de que de Bolonia se vuelve gordo. Por lo tanto la pasta sí debe incluirse en el menú, con tomate natural, cebolla, ajo, y si se quiere albahaca, pero con poco aceite.
Respecto a la ternera es lógico que la hayan retirado del menú, pues es carne roja y la carne roja no es beneficiosa para la salud al ser grasa saturada. De hecho las zonas con mayor consumo de la misma –EE UU, UE– tienen la mayor tasa de obesos –niños gordos y padres más gordos aún, incluso con obesidad mórbida–, con las enfermedades asociadas –diabetes, cardiovasculares, determinados tipos de cáncer, neurodegenerativas–, mientras que donde no se consume –países asiáticos–, no se observa este problema, ni las enfermedades asociadas tienen tanta incidencia. La carne saludable para los niños es la carne blanca: pavo, pollo, conejo.
De igual modo hay otra cuestión que se está silenciando, como es la contaminación por metales pesados del pescado y marisco. En EE UU las autoridades han prohibido el consumo de atún a niños y embarazadas, en España forma parte del menú de colegios y guarderías. De este modo, los niños españoles son junto a los japoneses los que tienen la mayor concentración en sangre de metales pesados.
Hay que dejar claro que el pescado sería saludable si los mares estuviesen limpios, pero con la contaminación de metales pesados, incluso del cementerio nuclear marino ubicado varias millas al norte de la costa española, el pescado no es saludable, especialmente el de gran tamaño –atún, pez espada– y el de aguas frías –bacalao, salmón–, pues concentran más metales pesados, así como el de los ríos altamente contaminados –los de China y Vietnam–. Por ello sería conveniente, para reducir la acumulación de metales pesados en niños, con graves consecuencias en edad adulta, que el pescado se retirase de los colegios o al menos se diese como mucho una vez a la semana.
Finalmente, en el menú diario deberían incluirse las legumbres, las hortalizas y la fruta, así como lácteos de fácil absorción y baja grasa –queso blanco, yogures, cuajada–, junto con frutos secos. Obviamente hay que retirar los embutidos de los platos de legumbres.
Una buena opción sería la siguiente:
Alubias con conejo –frente a la tradicional fabada–, garbanzos con gallina, lentejas con lacón, guisantes con jamón, judías con pisto. Para las legumbres.
Yogur con trozos de fruta; cuajada con almendras, avellanas y nueces; queso blanco con miel. Para los postres.
José María Álvarez Álvarez
Trubia
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