Al señor Fernández Gil
Se sitúa usted muy arriba o, quizá, sitúa a un amplio sector de asturianos muy abajo.
Ustedes, los que se sienten portadores de la verdad absoluta, no tienen límites; algunos, como usted, no sólo ayudan a crear un problema, sino que luego dicen tener la solución para resolverlo, como es defender excesivamente al lobo.
El ser usted biólogo y defensor de los lobos no le da derecho a mentir e insultar a los ganaderos diciendo que abandonan su ganado, que cobran subvenciones inmerecidas y que están mucho tiempo en el chigre; de los guardias, según su opinión, que no son neutrales, y del Gobierno y sus técnicos, que gestionan al lobo a golpe de las noticias que salen en los medios.
Yo le puedo asegurar y demostrar que los lobos son capaces de entrar en una finca vallada a metro y medio de altura, matar todas las ovejas, en este caso treinta, y no estaba en el chigre, ni los animales abandonados, no cobro subvenciones y los daños provocados por el lobo los pagamos a medias el Principado y yo, o sea, no me hice rica, sino todo lo contrario, y quedó demostrado que fueron lobos y no perros asilvestrados como ustedes tanto mencionan y que nadie ve. Según ustedes, los lobos cada vez son más vegetarianos.
En cuanto a la relación que hace del lobo per cápita, se equivoca, no es un millón de habitantes en Asturias por trescientos lobos; que yo sepa no llegaron a las ciudades todavía. Si todo lo analiza así, lo hace mal.
Ya que usted pone en duda la eficacia de las subvenciones a los ganaderos, creo que sería necesario comentar la utilidad de las subvenciones a los grupos ecologistas, que usted bien conoce, cantidades importantes de dinero que en algunos casos es el modus vivendi de muchas personas, que representa la salida laboral de biólogos entre otros; naturalmente, estas personas defienden a estos animales, al fin y al cabo gracias a ellos tienen su trabajo. También estas subvenciones pudieran ser inmerecidas.
Estoy segura de que el lobo gracias a ustedes terminará teniendo licencia para matar impunemente, lo peor es que cuando no tengan animales que comer, tengan hambre y comiencen a atacar a las personas, ustedes ya habrán cambiado de opinión y posiblemente sea tarde para alguien.
Pilar Suárez Hidalgo
Avilés
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