Segundo "año mariano"
En sus dos primeros años de Moncloa, Mariano Rajoy ha confirmado el estilo de gobernar que se le sospechaba y que consiste en una particular concepción de hechos y tiempos políticos. A diferencia de la aspereza de su preceptor, José María Aznar, Rajoy que suaviza las formas, parece no inmutarse ante las crecientes dificultades ni ante los graves incumplimientos de su programa electoral y sigue pensando que dejar pasar el tiempo es una buena opción para que los problemas se resuelvan por sí solos.
Diríase que guarda su talante en las relaciones con la oposición, igualmente en el caso Bárcenas y en el reto soberanista de Arturo Mas, o como en muchos otros. Lo intentó también en la economía --recordemos que los primeros presupuestos de su mandato se retrasaron hasta las elecciones andaluzas--, pero la gravedad de la situación y los perseverantes dictados de la Unión Europea le obligaron a acelerar el paso.
Como es bien sabido, Mariano Rajoy se alzó con una mayoría absoluta en las elecciones con un programa que sabía que no podía aplicar porque, pese a las constantes alusiones a lo malo del legado recibido, en la dirección del Partido Popular se conocían las dimensiones del agujero heredado, o al menos eso decían cuando eran oposición. Lo más negativo ha sido que el paro en lugar de bajar, ha subido; que los impuestos en vez de achicarse, han aumentado, y que la situación de los españoles, incuestionablemente, es mucho peor ahora que hace dos años. Eso sí, España ha evitado el rescate pero a base de ayudas millonarias a la banca, de recortes inmisericordes y del empobrecimiento general de la sociedad, al que mucho ha contribuido la reforma laboral, que ha inducido enormemente a la caída de los salarios.
Dos años pues de buenas intenciones, pero de malos resultados es el balance negativo del presidente Rajoy en el segundo aniversario de su barrido electoral. Un tiempo muy marcado por la crisis económica. Actualmente, se ha empezado a decir que la economía de España va bien, pero la economía de los españoles sigue yendo fatal. El paro hace estragos en las familias mientras siguen aumentando la pobreza y la desigualdad.
Después de un bienio de aquel hito electoral, la herencia recibida continúa en el argumentario del PP, pero Moncloa sabe que ha perdido fuerza y fuelle, así que el Gobierno se ha agenciado un nuevo lema: "España ya está saliendo de la crisis". El Ejecutivo de Mariano Rajoy apuesta el caballo ganador a los datos macroeconómicos. Y en ellos asienta la tesis de su recuperación que ya han empezado a propagar sus ministros y el partido que lo sustenta.
No obstante, el pesimismo sigue incrustado en la sociedad española. Y así lo ha venido a demostrar una reciente encuesta: el 88 por ciento de los españoles no nota "ningún buen síntoma"; y el 75% ni siquiera cree que España haya empezado a salir de la crisis.
Para hacer un exhaustivo examen de los dos años de la presidencia de Mariano Rajoy, considero que hacen falta tres planteamientos: las expectativas creadas antes de su llegada al poder; los datos manejables y visibles a día de hoy y las perspectivas de futuro. Y me atrevo a escribir esta conclusión: lo más importante es lo que vaya a suceder en los próximos dos años. Pues los pasados hasta hoy deben entenderse como de siembra. Si lo sembrado con sacrificios, recortes y desengaños da fruto, Rajoy se perfilará como un buen gobernante que tuvo el coraje de plantar una política impopular y puede ser beneficiado en las urnas. Pero si continúa el estancamiento y el empobrecimiento, habrá sido un esfuerzo inútil y, por tanto, un mal dirigente.
El segundo aniversario de su triunfo electoral, deberá admitirse pues que discurre con gran desgaste y muy alta decepción ciudadana.
En definitiva: puede decirse que como presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, a día de hoy, lo único que ha cumplido son dos años.
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