El Far West de la minería y el transporte
Resulta sonrojante la gestión de los fondos mineros que estos últimos años han realizado nuestros políticos y sindicalistas, con el resultado de enriquecimiento de unos pocos y la liquidación del sector estratégico de la minería. También hay que destacar la política energética de socialistas y populares, con una apuesta suicida por la energías renovables, cuyo altísimo coste de generación ha originado un déficit tarifario astronómico que al final vamos a pagar los de siempre.
En medio de todo este despilfarro de recursos, las comarcas mineras agonizan sin remedio ante la desesperación de los trabajadores, mientras los políticos intentan escurrir el bulto desviando la atención. Ejemplo claro de este dislate es el de la alcaldesa de Villablino, cuya mejor ocurrencia y muestra de ineptitud es ponerse al frente de sus vecinos para impedir el paso del carbón importado que 350 transportistas autónomos llevan años suministrando a las centrales térmicas de Anllares y Compostilla, sin que nadie explique claramente que este mineral es necesario para quemar el carbón nacional y en ningún caso sustitutivo.
Los transportistas, que, en algunos casos, han sido literalmente apaleados, han tenido que cesar en su actividad en los últimos meses por la fuerza de los piquetes mineros, quedando estos trabajadores y sus familias en una situación límite que abocará al cese de su actividad si en las próximas fechas no se reanudan los transportes. Por otro lado, las fuerzas del orden y la Delegación del Gobierno miran para otro lado, aplicando la ruin estrategia de dar a los hambrientos mineros la carne de los transportistas para que se entretengan y así no molesten a los políticos de turno ni generen otros alborotos de mayor calado social.
Mientras la alcaldesa de Villablino y sus vecinos esperan a los camiones para impedirles el paso, saludan a la vez a los trenes que ahora han tomado el relevo y suministran el carbón importado a las centrales térmicas leonesas. Triste paradoja que se impida el transporte a los humildes trabajadores y se aplauda ese mismo suministro realizado por una empresa estatal que sólo oferta y trabaja para aquellos con los que puede repartirse el dinero que recibe de los contribuyentes, y que genera año tras año pérdidas millonarias. Otro claro ejemplo de competencia desleal e injusticia social.
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