La misa hispano-mozárabe
De un tiempo a esta parte, se viene celebrando periódicamente en Asturias la misa de rito hispano-mozárabe. Dicho rito es una adaptación litúrgica del antiguo culto de los cristianos arabizados, que había sido abolido y caído en el olvido hasta que el Cardenal Cisneros lo recompuso e instauró de manera testimonial en la Capilla del Corpus Christi de la Catedral de Toledo; reeditado en el siglo XVIII por el Cardenal Lorenzana, y aprobado para aquellas parroquias donde aún pervivían grupos de feligreses descendientes de los cristianos a quienes en tiempo de Alfonso VI se les comenzó a llamar mozárabes por considerar que eran cristianos sarracenos, que no era el caso de los cristianos asturianos altomedievales.
La iniciativa de la celebración del rito hispano-mozárabe en los templos de Asturias es, sin duda, loable como pedagogía de la diversidad y de la realidad ecuménica que nos permite conocer y participar en la estética, la espiritualidad y la riqueza litúrgica de las diferentes iglesias locales; pero, si lo que pretenden sus organizadores, celebrantes y participantes es recuperar el rito propio de la Iglesia del Reino Asturleonés, están equivocados.
El mozarabismo de la Iglesia y del reino altomedieval de la monarquía asturiana como teoría histórica se debe a una pléyade de autores españoles que se vieron en la necesidad de encontrar argumentos arqueológicos más convincentes que los que les ofrecían las leyendas e interpolaciones de los cronicones, para lo que recurrieron a los monumentos religiosos del Reino de Asturias, con el fin de salir al paso de ciertos autores franceses que negaban la existencia de un arte propiamente español anterior al siglo XIII. La teoría española tuvo poco recorrido. Los historiadores contemporáneos más competentes y especializados en esta materia, dentro y fuera de nuestras fronteras, niegan que el arte del Reino Asturleonés pueda considerarse mozárabe.
Durante la Alta Edad Media no existía en la península Ibérica uniformidad eclesiástica, ni litúrgica, ni dogmática. Las diferencias entre Gallaecia, con la que se identificaban los reinos de Asturias e Hispania, eran territoriales, religiosas, culturales, eclesiásticas y políticas.
En la antigua Gallaecia existieron diversos centros eclesiásticos de importancia dinamizadora, también en cuestiones litúrgicas, como fueron la sede bracarense, el monacato de Britonia y el centro jacobeo de Compostela, que nada tienen que ver con la liturgia hispánica y mozárabe.
José Ramón García Fernández, ex capellán del Hospital General de Asturias
Oviedo
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