Para mi nieto Álvaro
Querido Álvaro, parece que fue ayer y ya has cumplido tu cuarto año de vida, ¡cómo pasa el tiempo! ¡Feliz cumpleaños, Álvaro!
Doy gracias a Dios por haberme permitido disfrutar de ti durante este tiempo, saboreando y viviendo día a día tus progresos, tus juegos, tus risas, tus besos, los cuentos que te contaba al dormirte, tus palabras cariñosas, hasta alguna riña cuando te portabas un poco regular. He podido compartir contigo tus primeros cursos de iniciación en la piscina, cómo te fuiste soltando rápidamente y luego no querías salir del agua. Hemos jugado en la playa, cogiendo algún cangrejo en las rocas (para luego soltarlos) y este año ya te has soltado a nadar tú solo algún trecho, siempre conmigo a tu lado para sentirte más seguro. Hemos hecho varios viajes en el tren hasta Avilés y en el que tanto disfrutabas. He visto cuánto te gustaba y te sigue gustando jugar con el balón en La Baragaña, mezclándote incluso con los mayores, con tu pequeña bici recorriendo cientos de veces el espacio de La Baragaña o de Les Conserveres.
Hasta hoy has sido un niño sano, de lo que tenemos que dar muchas gracias. Cuando jugabas aquí, en casa de tus abuelos, en tu habitación, te observaba sin que te dieras cuenta y veía cómo soltabas tu imaginación inventándote mil historias con el Capitán América, con Spiderman, con el Capitán Trueno y Goliat, hablando con ellos y recreándote con mil palabras al igual que con tus coches, tus tractores, tus dinosaurios, con el barco pirata y los clicks de Famobil.
He visto tu cara angelical de asombro, pena y alegría cuando te ponía la película de «Marcelino pan y vino» y cuántas cosas me preguntabas sobre esta película, que a mí también se me soltaban las lágrimas.
He disfrutado viendo cómo progresabas en el cole, con los números, con las letras, con tus primeras palabras en inglés y cómo ibas manejando día a día cada vez más vocabulario y más frases y siempre preguntando.
Mis ojos también se humedecen cuando te pregunto: «Álvaro, cuánto quieres a tito», y me dices: «Te quiero mucho tito, hasta el infinito y más allá».
En estos tiempos tan convulsos, tan difíciles y en los que tantas personas lo están pasando francamente mal, yo ya me siento un privilegiado sólo por poder disfrutarte, y doy gracias a Dios por ello.
Por eso Álvaro, hoy, sólo pediría «a quien corresponda» que me permitiera estar a tu lado un poco de tiempo más, para ayudarte y enseñarte a conseguir algunos valores que te señalaba cuando cumplías tu primer añito de vida, como son, bondad, correcta educación, una formación (académica, musical, deportiva) y, por último, respeto a los demás. Por mi parte y mientras esté aquí a tu lado, no cejaré en ningún momento en ayudarte a conseguir estas cosas. Tu abuelo Alfredo.
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