Buenos fumadores
Buenos fumadores lo son, al parecer, el Rey y el presidente del Gobierno, que le dan a la nicotina fuertemente en sus viajes oficiales. Eso nos ha dicho recientemente, en Málaga, un viejo amigo y compañero en la vida militar, al que acabamos de ver después de un porrón de años. Él dice saberlo, y así nos lo asegura, porque un hijo suyo es piloto del Ejército del Aire y conoce estas debilidades nicotinosas de ambos próceres, que tiran de petaca continuamente en esos desplazamiento aéreos, si bien el Rey lo suele hacer con regios y señoriales veguros, que debiera de cambiar por farias por mor de la crisis y dar así ejemplo de austeridad. Así que, hala, venga humo contaminante en el interior del avión militar, saltándose a la torera los dos mandamases carpetovetónicos esa ley prohibitiva del tabaco -uno la promulga y el otro la refrenda con su firma- que en cambio sí respetan, rigurosamente, los pilotos y demás ilustres acompañantes. En vez de dar ejemplo, sus excelencias se fuman la susodicha ley antitabaco, impopular y mal recibida por los cofrades de la nicotina.
Según parece, don Juan Carlos y don José Luis Rodríguez Zapatero son adictos al tabaco que el Gobierno, que preside el segundo, combate con leyes y sucesivos y elevados aumentos de precio, con la prohibición de que no se fume en los medios oficiales, trabajos y en lugares públicos. Y un avión del Ejército del Aire es un medio oficial, como oficiales son los viajes de los dos mandamases, que en ellos aborronan a toda pastilla, como nos dice el padre de ese piloto militar. Uno no es fumador, pero no deja de reconocer que la campaña contra el tabaco, si bien es necesaria, resulta desmesurada y hasta agresiva, atentativa contra la libertad del ciudadano. Cada uno que cuide y mire por su salud como le venga en gana, sin injerencias ni imposición de nadie. Y en cuanto al medio ambiente, contaminación y todo eso, son otros humos, y no los del tabaco, los que verdaderamente envenenan el oxígeno que respiramos y se están cargando la vida del planeta Tierra, que terminará siendo un basurero de cosmos. Una mierda, vamos, y discúlpeseme esta expresión escatológica.
Fumar es nocivo, ya lo sabemos, y mata, como se advierte en las cajetillas, pero cada uno dispone de su vida libremente, en un sentido u otro. Y esto hay que respetarlo, como también hay que respetar los lugares en los que no se permite fumar, cosa que nuestros dos mandamases, al parecer, no cumplen en sus viajes oficiales. Leyes del embudo, no, por favor.
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